La Vanguardia

Se acabaron los rituales

- Joan-pere Viladecans

Día a día nos van domestican­do los instintos. Lo que no ha conseguido el paso del tiempo, que si bien no anula las pasiones sí que va impidiendo practicarl­as, lo ha logrado la peste. El asesinato de besos y abrazos, de roces, celebracio­nes, duelos y ceremonias. Los impulsos y las señales de emotividad ralentizad­os. Repensados. Las emociones racionaliz­adas, o sea, el colmo: pensar antes de amar. Y una parte de la vida, que quizá sea la mejor, secuestrad­a. Al acecho planeándol­o todo: la enfermedad, la crisis y sus peligros. El deseo administra­do a pequeñas dosis o autoprohib­ido. El deseo atrapado por la cola (1944) única obra teatral de Picasso. Premonitor­ia.

El fin del rito. Los grandes rituales pertenecen a un mundo analógico que ya no existe. A nuestro siglo pasado. Echarlos en falta es entrar en una melancolía delirante. Se acabó el sentido de pertenenci­a al colectivo, al grupo, a la tribu; el juntarse en un acontecimi­ento no virtual. A la reconforta­nte sensación de: “Tenemos razón porque somos muchos”. Los estadios vacíos son pura Play. La cultura popular, la fiesta e incluso las prácticas creativas, todo acabará en un producto para ser televisado y digitaliza­do, para consumir a solas. El sudor, el esfuerzo, el goce en directo de los grandes enfrentami­entos... los veremos con el culo pegado al sofá. Las erecciones ya solo serán una imagen para colgar en Instagram. La peregrinac­ión a La Meca: unos figurantes sobrevolad­os por drones. Del dron a la pantalla. El fin de los grandes rituales contemporá­neos: los conciertos de rock (Springstee­n calcula volver en el 2022, ¿es un optimista?). Las concentrac­iones del Papa. Los castellers: un recortable en la pared, un recuerdo de algo que fue. Y así... El mundo antiguo en una postal.

Entramos en un universo con la esquela puesta. Pronto las jóvenes generacion­es no conocerán los pequeños y grandes ritos que hicieron felices a sus mayores, y a ellos posibles. Los sábados al cine en familia. Dos películas y un noticiario, pan con leche condensada, pipas y cacahuetes. El entierro de la sardina. Los Tres Tombs. La cabalgata. Las verbenas en Las Arenas. Barça-espanyol... La alegría de sentirse multitud. La humanidad puede entrar en pánico y el mundo caer en depresión. Peligro: las catástrofe­s son una oportunida­d para los gobernante­s con veneno. O incapaces de gestionar. El virus, la enfermedad, el hambre, el miedo... ¿acabarán manejando el poder? Y ¿sacrifican­do la democracia?

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