La vida en Marte se hace realidad
Un equipo multidisciplinar español diseña una ciudad marciana viable y sin dependencia de la Tierra
Ya que tenemos la oportunidad de empezar de nuevo, ¿la vida en Marte sería mejor que la de la Tierra?”, preguntó The Mars Society en la presentación de su convocatoria del concurso para construir una ciudad en Marte para 1 millón de habitantes. “¿Y cómo se debería diseñar esta nueva ciudad para que resulte un sitio atractivo y agradable para vivir?”, inquirió.
Un equipo español formado por miembros de la red internacional SONET –dedicada a buscar soluciones de exploración sostenible fuera de la Tierra– liderados por el astrofísico del CSIC Guillem Angladaescudé y coordinado por el estudio de arquitectura Abiboo Studio –especializado en la construcción a gran escala– han aceptado el reto.
No se trata de presentar un proyecto de ciencia ficción y de dudosa realización práctica. Las ciudades tienen que estar diseñadas para ser autosostenibles y depender lo menos posible de la importación de materiales de la Tierra.
Este año se han presentado hasta 175 proyectos distintos y el español ha sido seleccionado como uno de los 9 finalistas de un certamen que el año pasado ganó el MIT.
SONET incluye a 35 especialistas de distintas disciplinas “líderes en sus campos”, explica Alfredo Muñoz, fundador de Abiboo.
“Hemos puesto a trabajar juntas a personas con perspectivas muy diferentes para encontrar un lenguaje común”, comenta Angladaescudé.
La ciudad se llamará Nüwa y se construiría “en vertical, en un acantilado de un kilómetro de alto de la estructura geológica marciana de Tempe Mensa, con los edificios enterrados, lo que les permite estar protegidos, pero al mismo tiempo tener luz”, explica Muñoz.
La elección del lugar y del sistema constructivo vino impuesto por los condicionantes del planeta que “tiene una gravedad que es un tercio que la de la Tierra, lo que implica que si construyéramos los edificios como en nuestro planeta tenderían a explotar por la presión. Además, la radiación solar y la gamma obligan a construir sin espacios expuestos al cielo, pero al mismo tiempo no podemos vivir siempre bajo tierra”, añade este arquitecto.
En Nüwa los edificios estarán conectados por “un sistema de túneles que permite tener pérgolas y bóvedas, lo que propicia reproducir la visual de un horizonte, que establece una vinculación con la que tenemos en la Tierra”, dice Muñoz.
¿Y cómo se construye, de forma sostenible, una ciudad en Marte?
“Muchos de los materiales que tenemos en la Tierra no están en Marte, pero al final lo que es realmente muy distinto es el acceso a ellos, porque la convocatoria obliga a que sean sobre todo locales”, explica Anglada-escudé.
Eso implicó hacer un mapeo para ver qué materiales se podían conseguir y calcular cuánta energía por habitante habría que gastar para obtenerlos. “El cálculo fue que son 100 veces más costosos de conseguir en Marte que en la Tierra”, asegura este astrofísico. “El proyecto tiene que ser sostenible, que no genere más huella de carbono en la Tierra ni sea depredador del sistema marciano”, añade.
Nüwa deberá tener todo lo necesario para responder a las necesidades sociales de sus habitantes: espacios deportivos, culturales, un sistema de colegios y universidades, y espacios de relación social.
Las bases permiten diseñar “una ciudad o mini ciudades. Nosotros hemos buscado una solución escalable: macroedificios con seis módulos para unas 4.400 personas cada uno, pero todos con el mismo tamaño para que se puedan reorganizar”.
Desde el punto de vista energéti
co, los autores del proyecto creen que la producción de alimentos es lo que más energía va a consumir. “La alimentación sería una combinación entre una dieta a base de vegetales y proteína animal basada en insectos”, asegura Muñoz. Muchos alimentos se pueden generar con biorreactores, una tecnología que ya se usa en la Tierra para la producción proteína animal.
“Marte tiene una atmósfera muy tenue de CO2, pero que es una buena fuente de carbono para crear materia orgánica”, recuerda Angladaescudé. Para obtener la energía necesaria para hacer viable esta ciudad marciana, se contaría con hasta tres sistemas de generación basados en la energía solar y la nuclear.
Al final, el cálculo que han hecho es que la población máxima que puede llegar a tener Marte es de 100 millones de habitantes, “por lo que hay que ir con cuidado con la superpoblación, porque el agua hay que sacarla de la atmósfera y es muy fina”, recuerda Anglada-escudé.
El proyecto, que se presentó ayer en la convención de The Mars Society, también ha tenido en cuenta el transporte desde la Tierra hasta el planeta rojo. “La idea es transportar el primer año a 1.000 personas y al cabo de 50 que haya 1 millón. Por eso, el transporte tiene que ser capaz, en los últimos años, de transportar a decenas de miles de personas, como un ferry continuo”, explica Miquel Sureda, profesor de Aeronáutica de la UPC y experto en diseño de misiones espaciales.
El problema es que las misiones no se pueden lanzar cuando se quiere. Hay que esperar a que la Tierra y Marte estén a la menor distancia, cosa que sucede cada 26 meses. “El viaje durará 250 días y para el combustible hemos hecho un estudio exhaustivo de materiales: lo haríamos con oxígeno y metano, ambos presentes en Marte”, asegura.
Para poder asumir el gran volumen de transporte de pasajeros, la idea que barajan desde SONET es construir una “Earth Mars Station en un asteroide cuya órbita se modificaría para que fuera estable, y que pasara cerca de Marte y de la Tierra. Cuando pasara cerca de la Tierra una lanzadera llevaría a la gente hasta la estación espacial y cuando pasara cerca de Marte, otra los llevaría hasta él. El viaje sería mucho más largo –600 días–, pero no necesitaría combustible”, dice Sureda. “El importe del billete, el precio de un piso en Barcelona, daría el derecho, después de contribuir con parte del tiempo al desarrollo de Nüwa, a recibir un dinero para empezar un negocio”, dice Angladaescudé.
El billete a Nüwa será solo de ida, para “personas jóvenes con ganas de formar una familia”, dice Sureda. Y deberían“proceder de todos los ámbitos. No pueden ser solo científicos. No se trata de buscar voluntarios. Al final ir a Marte a vivir se convertirá en una opción de vida”, opina Muñoz. “Hemos considerado etapas distintas. Una primera en la que habrá una gran dependencia de la Tierra y otra posterior, en la que seremos más independientes. La gente terminará por sentirse marciana y desvinculada de nuestro planeta”, asegura Sureda.
El coste de construcción de Nüwa no se ha calculado, “pero sería similar al de cualquier gran infraestructura terrestre”, dice Muñoz.
Y sus impulsores también esperan que “se genere una economía espacial y que Marte se convierta en un lugar para explotar los recursos espaciales, como el cinturón de asteroides. Marte será un puerto para explotarlo”, concluye Sureda.
Los expertos creen que el planeta podrá tener un máximo de 100 millones de habitantes
El viaje durará 250 días y el precio del billete será similar al de un piso en Barcelona