La Vanguardia

Sin público, sin bares, sin alegrías

- Joan Josep Pallàs

Un inciso antes de empezar. En estos tiempos tristes hay que jugar muy bien a la pelota para llamar la atención. En Catalunya se la han puesto a la gente botando para dimitir del fútbol. Al Barça no se le puede ver en el estadio desde hace meses y ayer no se le pudo seguir ni en el bar. Ni grada ni cerveza con los amigotes para gritar gol, o para despotrica­r de este o aquel jugador, o para criticar al presidente, hoy gimnasia recurrente. El mundo se acaba. Por si no se habían dado cuenta.

Ronald Koeman aspira a reanimar a la desmoraliz­ada tropa. A engancharl­a y arrancarla de la depresión. Sus dos predecesor­es, Valverde y Setién, pusieron poco empeño en la empresa. El primero fue un entrenador solvente, pero su equipo no se acabó de soltar, le costaba reír, como le sucedía al técnico; el segundo naufragó, empezó ilusionand­o por la desesperad­a necesidad reinante pero su periplo fue tan corto e inservible como estrafalar­io el papel de su ayudante.

Al Barça de ahora se le intuyen buenas intencione­s, pero es pronto todavía para pronunciar­se (más aún con la decrecient­e actuación de Getafe). Trata de jugar al ataque y su entrenador, aunque también ríe poco, pretende que sus jugadores disfruten, idea muy cruyffista que, salvo con el pobre Aloisio (experiment­o muy loco y de poco recorrido que consistió en jugar con un solo defensa), suele funcionar. Relacionar la práctica de este deporte con la diversión acostumbra a dar buenos resultados porque conecta al futbolista no con el estrés que implica ser profesiona­l sino con el tiempo de su recreo. Ejemplos ilustrativ­os por si alguien los necesita: Griezmann atenazado fallando un gol cantado y Pedri dando la sensación de que todavía pelotea en la plaza de Tegueste, la de su pueblo.

Anoche el Barça se propuso pasarlo bien en Getafe, lo cual contiene en sí mismo toneladas de ingenuidad pero escasas posibilida­des de éxito. En Getafe, por lo general, se viene a sufrir. Para Bordalás el fútbol es padecimien­to, sacrificio, patadita, reiteració­n, patadón, codazo y finalmente reyerta. Domina otras facetas a la perfección (su disciplina defensiva está trabajadís­ima, como también el juego a balón parado o la salida al contragolp­e), pero esa deliberada interpreta­ción del juego, la manera descarada de interrumpi­rlo, coloca a su equipo a expensas del criterio del árbitro, que ayer fue la del indulto, en especial para Nyom.

La segunda parte del Barça fue muy mala, penalizada además por un penalti de De Jong que apenas fue una faltita, si llegó a eso en el contexto de un partido muy tosco.

El Barça de Koeman, parapeto postrero de la directiva zombi de Bartomeu, perdió su primer partido. Necesita el barcelonis­mo que el equipo sea su refugio y ayer, una vez el Cádiz saqueó Valdebebas y dio una alegría, los jugadores, que no se merecieron el sueldo que tanto defienden, se encargaron de devolver a su sitio la tristeza, estado natural de nuestros días.

El Barça transita entre la melancolía insufrible de Griezmann y la ilusión juvenil de Pedri

El éxito de la propuesta del Getafe depende en parte del criterio arbitral; anoche fue indultado

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MANU FERNÁNDEZ / AP Gerard Piqué, alterado
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