Bolivia se polariza en las elecciones más complejas de su historia
Luis Arce, candidato aliado con Evo Morales, encabeza la primera vuelta
POLARIZACIÓN
La clase media de La Paz tiene miedo –y no lo disimula– al retorno de políticas indigenistas
UNA VENDEDORA SOBRE EVO
“Hizo buenas obras en el campo; dicen que ha robado... pues nadie es perfecto”
Casi un año después de la amarga victoria electoral de Evo Morales, que acabaría con su renuncia solo 21 días después en medio de acusaciones de fraude, Bolivia celebra elecciones presidenciales y legislativas en un ambiente de desconfianza, polarización y temor a la violencia.
Ya noqueada por la pandemia del Covid-19, La Paz se convirtió en una ciudad de fantasmas en la víspera electoral ante el miedo a una repetición de los conflictos de octubre del 2019 que forzaron la renuncia de Morales y llevaron al pais al borde de un enfrentamiento civil.
El toque de queda fue implementado a partir de las cuatro de la tarde, y la venta de alcohol prohibida ya antes. En algunos barrios se formaron filas en las puertas de supermercados por miedo a que se repitan los bloqueos de carreteras del 2019.
Se teme que un resultado disputado desate enfrentamientos en un país dividido nítidamente entre los votantes del Movimiento al Socialismo (MAS), de Morales –principalmente de las clases populares rurales e indígenas– y las clases medias urbanas atemorizadas ante la posibilidad la vuelta de la izquierda indigenista al poder.
Pese a ello, reinaba la paz en el centro de la capital el domingo y los votantes acudían –muchos con trajes de protección anti-covid 19- en una manifestación masiva de respaldo a la democracia. “Han sido tiempos muy difíciles y no quiero que eso vuelva a ocurrir”, dijo una mujer de unos sesenta años que llevaba una mascara de buceo al votar en un distrito de clase media de La Paz.
Aunque las encuestas políticas en Bolivia no son fiables, pocos dudan de que Luis Arce, el candidato del partido de Morales, el MAS, va a ser el candidato más votado en la primera vuelta. Todo indicaba que el ex ministro de Economía de Morales, no alcanzaría el margen del 10% respecto a de su rival más próximo, margen necesario para evitar una segunda vuelta.
Sin embargo una participación masiva en áreas rurales en tándem con la fragmentación del voto opuesto al MAS, dejaba abierta la posibilidad de que Arce ganase sin segunda vuelta. El voto anti MAS se repartió entre Carlos Mesa, el ex presidente del centro liberal, Luis Fernando Camacho, de la derecha de Santa Cruz, y un tercer candidato ultra conservador, el pastor evangélico de origen coreano, Chi Hyun Chung,
Aunque ayer la presidente del gobierno interino Jeanne Añez llamó a la población a votar al “candidato que prefiera” y el numero dos de Arce, el indígena David Choquehuanca insistió que el MAS “respetará la voluntad popular”, la desconfianza es enorme en ambos bandos. Todos han acusado a sus rivales de preparar un fraude electoral.
El anuncio a ultima hora de un cambio del sistema de computo de voto generó preocupación en los cientos de observadores internacionales desplazados a La Paz, sobre todo la decisión de encargar el traslado de las actas electorales al ejército y eliminar el sistema de conteo rápido.
Salvador Romero, el respetado presidente del Tribunal Supremo Electoral achacó las modificaciones a la necesidad de “de tener resultados incuestionables” aunque tarden más en “las elecciones más complejas de la historia de la democracia boliviana”. El año pasado la interrupción del conteo rápido dio lugar a las primeras acusaciones de fraude.
Un tuit de Luis Almagro el secretario general de la Organización de los Estados Americanos, en el que advirtió sobre un “nuevo fraude”, generó mas desconfianza en el MAS . Fue la denuncia de la OEA de indicios de fraude lo que desencadenó una sublevación de parte de la ciudadanía urbana y de policías amotinados, encabezados por Camacho. El MAS ha instado a los observadores europeos, de las Naciones Unidas y del Centro Carter a emplearse a fondo para contrastar el trabajo de los inspectores de la OEA.
El tuit de Almagro ya ha cambiado percepciones en la calle. “El MAS va a hacer fraude igual que antes; lo dicen en Washington”, dijo un camarero del cosmopolita Café Ciudad, en la Plaza del Bicentenario, en el centro de La Paz.
El fuerte rechazo a Morales por parte de la clase media urbana y el miedo de que el MAS consiga la victoria en la primera vuelta era palpable en el centro de La Paz. Muchos votantes se quejan de que Morales favoreció excesivamente al históricamente excluido pueblo campesino –sobre todo los aimara– frente al resto. A veces esto se manifiesta de forma racista. “Los indígenas tienen mucho resentimiento”, dijo un activista de la campaña de Mesa que paseaba por el centro.
Asimismo los tics ante democráticos de Morales que quiso prolongarse en el poder pese a un referéndum en contra han generado un miedo de que peligra la democracia. Esto se suma a las acusaciones de que el ex presidente tuvo una relación sentimental con una mujer de 15 años. Hasta Arce se ha distanciado en alguna medida de Morales.
Pero en la Bolivia rural y en la ciudad aimara de El Alto, colindante a La Paz, y rodeada de picos nevados a más de 4.000 metros, Morales sigue siendo un político muy querido. “¿A quien apoyan los vecinos de El Alto, a Luis Arce, Carlos Mesa o Luis Camacho?”, preguntamos a Valentina una vendedora de conservas enlatadas en el mercado de El Alto. “El que más está conocido en El Alto es el Evo. Hizo buenas obras para el campo; dicen que ha robado. Pues nadie es perfecto”.