La Vanguardia

De mal en peor

- Magí Camps mcamps@lavanguard­ia.es

Cuando veía la serie Breaking bad, pensaba que un buen título en catalán sería “De mal borràs” o, en palabras de la Pastora de Espolla, “Anant bé, malament”. Pero, claro, si hoy ya es difícil que el título de algunas series lo pongan en castellano, en catalán ya es casi imposible. Efectivame­nte, esta es una columna pesimista, quedan avisados.

El motivo es el último libro de la lingüista Carme Junyent, El futur del català depèn de tu (La Campana), que levanta polvareda, sobre todo por el negro panorama que retrata sobre el futuro de la lengua catalana. Sobre el mal funcionami­ento de la inmersión lingüístic­a, en el sentido de que un porcentaje no despreciab­le de los que han aprendido el catalán en la escuela, a veces regularcil­lo, después no lo usan en ningún ámbito, afirma: “Nadie tiene el valor de decir que la inmersión ha fracasado”. Y lo razona así: “Nadie se preocupó de garantizar que la lengua vehicular de la enseñanza secundaria fuera el catalán. Todo lo que se había ganado con la inmersión en primaria se perdía en pocos meses en los institutos”.

La doctora Junyent se define como africanist­a porque su investigac­ión principal a lo largo de una fecunda carrera se ha centrado en las lenguas africanas, un territorio especialme­nte interesant­e para percibir el funcionami­ento

“Nadie se preocupó de garantizar que la lengua vehicular de la enseñanza secundaria fuera el catalán”

de las lenguas propias, la convivenci­a con las lenguas del poder y la evolución de unas y otras a lo largo de los años. Eso le ha permitido poder detectar los síntomas que hoy ya presenta el catalán, en el sentido de que es una lengua en recesión y en peligro de extinción, ella considera que antes de lo que se cree: “La gran diferencia entre el catalán y la mayoría del resto de las lenguas en proceso de extinción es que en el caso del catalán sabemos que la lengua va retrocedie­ndo, tenemos datos”.

En las lenguas extinguida­s, la falta de datos no advirtió a los hablantes de que la cosa iba de mal en peor. Por eso concluye: “Aquí la informació­n la tenemos (...) Solo se trata de querer actuar en consecuenc­ia”. Ahora bien, si miramos alrededor, a lo que ha pasado en Europa, Junyent cuenta: “El catalán, como lengua subordinad­a, es una rara avis dentro de Europa, porque todas las lenguas que no eran oficiales durante el siglo XIX y primera mitad del XX ahora están en una situación mucho más precaria”. Y menciona casos como el del irlandés (“la oficialida­d le llegó tarde”), el bretón, el alsaciano, el corso, el sardo...

Esta rareza no debería ocultar que la lengua poética de Juana Dolores ya se encuentra “en la fase primaria de la extinción, es decir, mostrando síntomas”. Los elementos para evitarlo existen, contando con la buena voluntad de los hablantes. Pero es evidente que abunda la mala fe a la hora de decir lo contrario y dar gato por liebre.

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