Se buscan famosos para inspirar series
Las historias de Luis Miguel, Selena Quintanilla, Amancio Ortega, Isabel II o la Veneno tienen la ventaja que parte del público las conoce antes de estrenarlas
Una historia de uno famoso vale más que mil pitchings de ideas nuevas. Amazon Prime Video tiene en marcha un biopic de Amancio Ortega. Netflix se plantea hacer una segunda temporada de Luis Miguel, la serie, después de que la primera fuera un fenómeno en el mercado latino y descubriera a muchos la turbulenta historia familiar del clan del Don Juan mexicano nacido en Puerto Rico. La misma plataforma estrenará en diciembre Selena, la serie, la historia de la estrella del texmex que en 1995 murió a los 23 años en manos de Yolanda Saldívar, la presidenta del club de fans. Y, si se habla de conversación televisiva, los últimos meses no se pueden entender sin mencionar Veneno , el drama de Javier Ambrossi y Javier Calvo que intenta enmarcar la vida de Cristina Ortiz desde una visión actual, alejada del circo mediático en lo que se vio rodeada en los noventa desde que Pepe Navarro descubrió a la Veneno mientras se prostituía en un parque de Madrid. Estos son solo unos ejemplos de la tracción de las historias reales en una industria que tiende a irse a las historias que el público ya conoce.
Los alicientes son similares a los que llevan a los estudios de Hollywood a exprimir las propiedades intelectuales que poseen y producir nuevas versiones. No hay estudio que no trabaje en reboots, revivals, precuelas, secuelas y adaptaciones de películas, cómics, videojuegos, series, podcasts y libros. Si las historias originales obligan en los equipos de marketing a pensar cómo dar a conocer el producto al público, los directivos entienden mucho mejor como podrán promocionar un título que parte de la audiencia reconoce sin ni siquiera haber visto una imagen. Trabajar en historias reales de personas célebres tiene esta misma virtud y, de hecho, no hay caso más evidente que la serie sobre Amancio Ortega. ¿Si Amazon hubiera optado por anunciar una serie sobre un empresario ficticio se habría hablado en todos los medios? No. Pero estos biopics generan titulares (o sea, publicidad gratuita) desde el momento que se anuncian.
Quien tiene dominado el tema es Netflix con The Crown de Peter Morgan (La reina). Fue una ambiciosa compra por parte de la plataforma, que se comprometió a rodar seis temporadas, y ahora que tienen el estreno de la cuarta temporada muy cerca (el próximo 15 de noviembre), el drama biográfico no falla en la capacidad de aparecer a los medios. ¿Cómo? Con las especulaciones de los tramos de la vida de Isabel II que contará y sobre todo con los fichajes: los nuevos episodios tendrán de reclamos a Gillian Anderson en la piel de Margaret Thatcher y Emma Corrin como una jovencísima Diana de Gales. Las dos han sido los platos fuertes para promocionar una serie que por veteranía podría estar pasando desapercibida y que tiene potencial para filtrarse en los medios por el interés que despiertan las informaciones de la familia real británica.
Si Netflix apuesta fuerte por ficciones sobre Luis Miguel y Selena Quintanilla, es porque sabe que conseguirá mucho eco en los países latinos e incluso en los portales musicales. Y si se analiza Veneno, Atresmedia posiblemente sospechaba que tendría el interés de la prensa especializada porque se adentraba en territorio televisivo (los inicios de una televisión sensa
THE CROWN
El biopic de Isabel II domina el arte de acaparar titulares con cada nuevo fichaje
AMANCIO ORTEGA
La serie tiene previsto centrarse en la historia de éxito y nada de trapos sucios
cionalista, circense y despiadada que iniciaba Pepe Navarro con Esta noche cruzamos el Mississippi )y porque estaba creada por dos autores tan aplaudidos como los Javis (Paquita Salas). Y, entre la exposición mediática de la ficción y que explica una historia de una mujer transgénero con un reparto transgénero, se aseguraba la atención de un nicho comprometido con las historias LGTB para trasladarles a Atresplayer Premium, la plataforma de contenidos de Atresmedia.
Más allá de los motivos por los que se adaptan las vidas de famosos a la televisión, también es importante entender el punto de vista. Por ejemplo, quien busque conocer los trapos sucios de Amancio Ortega lo tendrá difícil con la serie que le preparan: se basa en la biografía Así es Amancio Ortega. El hombre que creó Zara de Covadonga O'shea, que tuvo acceso al círculo más íntimo del empresario gallego y se centró sobre todo en una historia de éxito. Luis Miguel está producida por el propio cantante que, como mínimo, no teme explicar los capítulos más oscuros de su vida, que incluyen la desaparición de su madre, Marcela Basteri, en extrañas circunstancias y las dificultades de crecer con un padre tóxico, Luisito Rey.
Al otro lado hay una ficción como El asesinato de Gianni Versace, que Donatella odiaba porque se basaba en una novela que había publicado que el diseñador tenía VIH (información que la familia siempre ha negado) pero que reivindicaba a Gianni como la víctima de un asesino en serie (y no de un posible amante como informaron los medios en aquella época, sesgados por la homofobia). Otro tema sería discutir si transmitir la historia del psicópata Andrew Cunanan no era hacerle un favor, teniendo en cuenta que siempre quiso quince minutos de fama, como Narcos convirtió a un monstruo como Pablo Escobar en icono pop. Y finalmente hay experimentos híbridos y atrevidos como Veneno: los Javis respetan a la mujer que había detrás del personaje pero también cuestionan la fiabilidad de algunas de las confesiones que salen en ¡Digo! Ni puta ni santa, la biografía escrita por Valeria Vegas. Y es que un biopic no es estimulante por defecto, porque tiene una buena historia verídica, sino también por quién lo explica y cómo.