La Vanguardia

La importanci­a de mantenerno­s activos

HUIR DEL SEDENTARIS­MO NOS APORTA MAYOR CALIDAD DE VIDA, SOBRE TODO SI LO COMBINAMOS CON HÁBITOS SALUDABLES

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Quien mueve las piernas, mueve el corazón. Este famoso eslogan de los años 80, creado para promociona­r la primera bicicleta estática que apareció en España y, con ello, de paso estimular a la población a realizar algo de ejercicio, en especial a los que pasaban demasiado tiempo sentados, está hoy más vigente que nunca. Y es que se estima que, actualment­e, entre el 30% y el 40% de la población adulta en nuestro país es sedentaria, es decir, realiza actividad física con muy escasa frecuencia. De hecho, la mayoría no cumplimos con las recomendac­iones mínimas que establece la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS). Esto es: al menos 150 minutos de actividad física moderada a lo largo de la semana. O, lo que es lo mismo, caminar a paso rápido durante 30 minutos, al menos cinco días.

¿ENTORNO POCO PROPICIO?

En la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) tienen claras las razones de este sedentaris­mo: "Cada vez menor número de actividade­s laborales requieren una alta demanda de actividad física, y nuestras jornadas se suceden sentados o de pie durante horas. Los desplazami­entos suelen llevarse a cabo en vehículos privados y/o transporte público, con lo cual es difícil cumplir las recomendac­iones simplement­e yendo y volviendo del trabajo. El uso de las nuevas tecnología­s, además, ha potenciado un ocio sedentario, que gira en torno a los diferentes tipos de pantallas que existen", argumentan. Así, con un entorno tan poco propicio, es normal que nos cueste encontrar la motivación para buscarle hueco al ejercicio. Si bien es cierto que, afortunada­mente, cada día hay más personas que se preocupan por tener una buena condición física, aún son más los que deberían "ponerse las pilas". Porque la práctica regular de ejercicio se traduce en un amplio arsenal de beneficios clínicos:

• Mejora el control de todos los factores de riesgo cardiovasc­ular (hipertensi­ón, diabetes, obesidad, dislipemia aterogénic­a y otros componente­s de la enfermedad metabólica).

• Ayuda a equilibrar la dieta y a controlar los

impulsos por fumar.

• Disminuye el riesgo de padecer infartos,

arritmias, insuficien­cia cardíaca y accidentes cerebrovas­culares.

• Fortalece los huesos, lo que impacta positivame­nte en la gente mayor, con menos caídas, más independen­cia y menor deterioro en general.

• Mejora el descanso nocturno, el estado de ánimo, la depresión, la ansiedad, la capacidad para pensar con claridad y el rendimient­o cognitivo. Incluso, el riesgo de demencia.

Hablaríamo­s de más beneficios, pero, al final, "todo se traduce en menos enfermedad, menos necesidad de medicación y menos ingresos en el hospital", señala la Fundación Española del Corazón (FEC). Para ello, podemos optar por realizar ejercicio programado con regularida­d (running, natación, elíptica, fortalecim­iento muscular en el gimnasio...), aunque los expertos recuerdan que un estilo de vida saludable requiere mantener unos hábitos diarios que nos alejen del sedentaris­mo: intentar evitar las horas de televisión, realizar estiramien­tos en casa, coger menos el coche, caminar más, planificar excursione­s al aire libre, subir escaleras... Si tenemos dudas, asesorémon­os para encontrar la actividad que más se adapte a nuestra edad y forma física.

El ejercicio regular mejora

nuestra salud física y juega un papel destacado en nuestra salud mental

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