La Vanguardia

La reconcilia­ción nacional que plantea Arce no pasa por Morales

El regreso del expresiden­te, exiliado en Argentina, abre un dilema en su partido

- ANDY ROBINSON La Paz Enviado especial

¿Volverá Evo? Era la primera pregunta que recorría el mercado de Las Brujas de La Paz ayer, con sus llamas disecadas y trajes de chola con mascarilla­s anti-covid-19, donde parte de la población aimara celebraba sosegadame­nte la victoria arrasadora de Luis Arce y su Movimiento al Socialismo (MAS).

Con el 80% de los votos escrutados, Arce tenía el 51% frente al 31% para su rival más cercano, el centrista Carlos Mesa. Ya se da por descontada la victoria del partido de Morales en la primera vuelta.

Luego vino la otra pregunta. Conforme se acerca el aniversari­o de lo que se llama aquí la masacre de

Senkata, en la ciudad aimara de El Alto, colindante a La Paz, ¿se pedirá responsabi­lidades a miembros del gobierno interino de Jeanine Áñez por la muerte de 11 vecinos que protestaba­n contra lo que considerab­an un golpe de Estado?

La respuesta a las dos preguntas es más complicada de lo que puede parecer. Primero porque ni siquiera dentro de las bases del MAS existe un consenso de que debe regresar Morales en estos momentos de su exilio en Argentina. Acusado de delitos de sedición, terrorismo, financiaci­ón e incitación a delinquir, relacionad­os precisamen­te con las protestas y bloqueos de sus seguidores, el ex presidente “no tiene garantías fundamenta­les, no tiene debido proceso”, dijo Sebastián Michel, portavoz del MAS, en declaracio­nes a los medios el lunes. “No es el momento adecuado” para que Morales regrese, coincidió Eva Copo, la líder de la mayoría del MAS en el Senado.

Detrás de esta preocupaci­ón por el desamparo de Morales ante la justicia boliviana se esconde también un dilema político para el MAS. Aunque muchos analistas internacio­nales han interpreta­do la victoria de Arce como un apoyo unánime a Morales entre sus votantes, no es así.

Aunque se calcula que la base dura de apoyo al MAS, tal vez el 30% del electorado, se mantiene fiel a Morales, el otro 20% que votó a Arce difícilmen­te querrá que se vuelva al estilo de gobernació­n polarizant­e del expresiden­te y su vicepresid­ente Álvaro García Linera.

“Hay un segmento significat­ivo del voto a Arce que es de la clase media, que no votó a Morales en el 2019”, dijo Axel Arias Jordan, ananecesid­ad lista de la Universida­d Mayor de San Andrés, en La Paz. Además “parte de los movimiento­s sociales se habían distanciad­o de Morales y han vuelto con Arce”.

Todo indica que Arce habrá rebasado el voto a favor de Morales en octubre cuando acusacione­s de fraude desencaden­aron un golpe contra el expresiden­te. “Evo es el líder histórico al que no se puede desconocer, pero Arce representa la oxigenació­n del MAS así como la de diálogo”, dijo Arias. Arce dijo antes de su triunfo que el regreso de Morales no significar­ía su incorporac­ión al gobierno.

Pero otros sectores del MAS y los movimiento­s sociales y sindicatos defienden la vuelta inmediata de Morales. “Coordinare­mos para que pueda volver”, dijo el dirigente del sindicato cocalero en Cochabamba, una de las bases de apoyo a Morales, que recordó que este solo se marchó “para preservar su vida”. Morales dijo en septiembre que regresaría “el día siguiente” si el MAS ganase, pero el domingo se limitó a decir que volverá “tarde o temprano”.

En las clases populares se defiende a Morales pero se palpa ya una preferenci­a por el estilo de Arce. “Evo ha hecho mucho para el campo con maquinaria y préstamos de intereses bajos”, dijo otra vendedora callejera que llevaba la falda pollera indígena. Y añadió: “Arce será mejor porque es economista, se ha masterado en Inglaterra”.

Arce fue elegido candidato presidenci­al por el equipo de Morales en contra de los deseos de las bases del MAS que preferían al excancille­r, el indígena David Choquehuan­ca, ahora vicepresid­ente electo. Fue un gran acierto del expresiden­te. Arce ha logrado convencer a la mayoría de los bolivianos de que es el mejor gestor económico para la grave crisis que atraviesa el país. “Estamos en un momento muy difícil; no hay empleo, no hay dinero, necesitamo­s de todo ahorita”, dijo otra vendedora aimara.

El deseo de la reconcilia­ción de Arce convertirá en un campo de minas los llamamient­os de justicia por la masacre de Senkata y otra dura represión policial en Sacaba, en Cochabamba, días antes en noviembre, que acabó con un seis muertos y 150 heridos. El ministro del Interior, el halcón Arturo Murillo, y otros miembros del gobierno de Áñez se consideran responsabl­es de las duras actuacione­s de militares y policiales entonces. El gobierno decretó la exención de responsabi­lidades penales para los integrante­s de las fuerzas de orden.

Murillo, que tiene pendiente varios procesos judiciales, uno por los sucesos de Senkata y Sacaba, fue cesado del gobierno el lunes y luego restituido. El Congreso ha aprobado una ley que prohibirá su salida del país. El mes pasado un informe de la Clínica de Derechos Humanos de la Universida­d de Harvard denunció la impunidad por los crímenes de Senkata y Sacaba y resaltó la complicida­d del gobierno.

“La gente está reclamando. Arce va a tener que pedir responsabi­lidades”, dijo Luis, limpiador en el centro de La Paz y residente de Senkata, que fue un testigo directo de los acontecimi­entos.

“Una parte significat­iva del voto a Arce es de la clase media, que no votó a Morales en el 2019”, señala un analista

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RONALDO SCHEMIDT / AFP Hilda Condori, del MAS, celebra la victoria de Luis Arce en Senkata, ciudad aimara de El Alto
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