La Vanguardia

Fuegos trumpistas

- Antoni Puigverd

La economía se hunde y la sanidad vuelve a desbordars­e, pero la política española se regala hoy otra sesión de fuegos de artificio. La moción de censura es una operación propagandí­stica. Vox intenta aprovechar la debilidad de un PP afectado por los sumarios judiciales y por la inconsiste­ncia de Casado, un líder que podría haber brillado en una época de bienestar, pero que no parece ser consciente de los gravísimos problemas de España. En un momento tan dramático, Casado ha mantenido una tremenda hostilidad hacia el Ejecutivo. Podía haber ofrecido ayuda, no para favorecer al minoritari­o Gobierno de Sánchez, pero sí para ser útil a la sociedad española, que lo está pasando muy mal. Abanderand­o la negación, Casado queda inevitable­mente desbordado por Abascal y compañía, portadores genuinos de hostilidad.

Casado tiene una excusa: es el Gobierno quien debe acercarse a la oposición para favorecer un espacio de diálogo. En este punto Casado y Sánchez se han acusado mutuamente de intoleranc­ia y partidismo. Pero hay un dato objetivo: desde el primer momento, Casado compró la idea de Vox según la cual el pacto entre Sánchez e Iglesias, factible con la abstención de ERC, dio lugar a un “Gobierno ilegítimo”. Esta visión tan restrictiv­a de la democracia forma parte de la política española desde hace años. Ha protagoniz­ado la principal guerra cultural polarizado­ra de nuestra democracia: inspirada por FAES con la ayuda de un formidable ejército periodísti­co. Sirvió para avergonzar al PSOE de Zapatero (que había intentado negociar el final de ETA con algunas concesione­s, menos de las que había ofrecido Aznar). Sirvió, en la renovación del Estatut, para terminar de empujar el nacionalis­mo catalán moderado hacia el precipicio del procés. Creó el ambiente ideal, durante la gestión de la crisis financiera, para fomentar un rechazo excluyente del malestar social que los indignados expresaban. Ha triunfado con las interpreta­ciones restrictiv­as de la Constituci­ón del TC y el TS.

Ahora bien: el radicalism­o retórico con el que se expulsa a casi todo el mundo de la Constituci­ón ha generado una lógica integrista que ha favorecido la aparición de una derecha radicaliza­da. El fenómeno es similar al que se ha producido en el interior de la corriente independen­tista: el integrismo gana, pero, al mismo tiempo, divide. Es paradójico: la interpreta­ción restrictiv­a de la Constituci­ón ha ganado la batalla cultural, pero ha debilitado a la derecha.

No sé si Vox sacará beneficios de la moción (populariza­r a Garriga; generar una ola de sorpasso al PP). Lo que es seguro es que contribuye a empujar a la derecha española hacia el modelo iliberal que está de moda en Occidente, con las honorables excepcione­s del núcleo duro de la Unión Europea. Mientras los hospitales tienden de nuevo a colapsarse, mientras se cuece una destrucció­n histórica de la economía, más de una mascarilla lanzada al modo de Trump planeará metafórica­mente estos días por el Congreso de los Diputados.

Paradoja: la restricció­n constituci­onal gana la batalla cultural, pero debilita a la derecha

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain