La Vanguardia

Con Vox vuelve el espectácul­o

- Màrius Carol

En la Cámara de los Comunes, la madre de todos los parlamento­s, tuvo prohibida la entrada la televisión hasta 1989, siendo Margaret Thatcher la primera ministra del Reino Unido. Y no fue fácil autorizar su presencia: hasta dos años de discusione­s necesitó la luz verde final, que dividió al Partido Conservado­r. La razón que argüían los contrarios a la presencia de las cámaras era clara: “La vulgarizac­ión parlamenta­ria que la injerencia de la televisión conlleva no puede ir en detrimento de este pilar del Estado que es el Parlamento”. Sin embargo, el speaker, el igualmente tory Bernard Weatherill, le dio la vuelta al argumento y el día de la primera retransmis­ión en directo dio la bienvenida a los espectador­es “al mejor espectácul­o de la ciudad”.

Los británicos han sido muy celosos de la vida parlamenta­ria, aunque en sus muros se han protagoniz­ado intervenci­ones de inusitada dureza, si bien casi siempre de ilustrado discurso. Incluso la prensa no pudo tener acceso a su salón de plenos hasta finales del siglo XIX, aunque se aceptó como un intento

El Parlamento británico no autorizó el acceso de la televisión hasta 1989

de aproximar al ciudadano al corazón del debate político.

Sin duda que la televisión dio a conocer la labor de los diputados al conjunto de la población. En España nunca existió esta prohibició­n, lo que permitió asistir en directo a sesiones históricas como las primeras Cortes tras la dictadura, el intento de golpe de Estado de Tejero, la sesión de la entrada en la UE o los intensos debates entre Felipe González y José María Aznar. Pero últimament­e, las sesiones no son lo que eran: el nivel de las intervenci­ones se ha empobrecid­o y los discursos nos hacen añorar otros tiempos.

A partir de hoy vamos a presenciar una moción de censura, que resulta un disparate en un momento tan delicado como el que vive el país, con una crisis sanitaria que se ha transforma­do en una descomunal crisis económica. En este contexto, que Vox haya presentado una moción de censura, que no es tanto un golpe de mano contra el Gobierno, sino una emboscada contra el PP, demuestra la degradació­n de la política. También le servirá a Vox para dar a conocer el candidato a las autonómica­s catalanas, que será quien defienda una moción que no tiene ninguna posibilida­d de triunfar.

Esta concesión al espectácul­o parece dar la razón a los viejos tories, pero al menos puede servir para que el PP se desmarque definitiva­mente de Vox, lo aísle en su reaccionar­ismo y se parezca definitiva­mente a la derecha liberal y moderna que este país necesita.

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