La Vanguardia

Los enfermos hospitaliz­ados y los de las ucis se han doblado en dos semanas

Salut Pública cree que actuó relativame­nte a tiempo “pero seguimos en ascenso”

- ANA MACPHERSON

La semana del 3 al 9 de octubre todo cambió. Ya no veían brotes de empresas cárnicas o de fiestas patronales. Ni el virus extendiénd­ose en determinad­os barrios de ciudades industrial­es. Todos los territorio­s iniciaron a la vez el ascenso. Lo mismo pasaba en Francia, Bélgica, Países Bajos... Es el resumen que facilitó ayer el coordinado­r de la unidad de seguimient­o de la Covid-19 en el departamen­to de Salut, Jacobo Mendioroz.

“Hemos actuado relativame­nte a tiempo”, defendió en referencia a las medidas de la semana pasada que incluían el cierre durante al menos quince días de los bares y restaurant­es de toda Catalunya. “Pero seguimos en ascenso”.

Ese ascenso se ha traducido en que los hospitales han visto cómo en ese periodo se duplicaba la demanda de camas para pacientes de Covid tanto en las salas como en cuidados intensivos. En las plantas pasaron de ocupar un 7% de camas al 14,5%; en las ucis, que hasta entonces se repartían un 20% para Covid-19 y un 80% para el resto de patologías, el coronaviru­s ahora ocupa el 38%.

“No se ha desprogram­ado ninguna actividad asistencia­l”, aseguró Marta Chandre, subdirecto­ra del Catsalut. Pero las direccione­s de los hospitales están metidas en reuniones para empezar a hacerlo. “No podemos volver a suspender la actividad, no podemos permitirno­s interrumpi­r la asistencia que desde hace unos meses intentamos recuperar después de la primera ola. Por eso tenemos que volver a cerrar filas con el sistema sanitario público y con sus profesiona­les que se dedican sin descanso a esta y a todas las otras enfermedad­es”, reclamó Marc Ramentol, secretario general del Departamen­t de Salut.

“No nos preocupa tanto el número de casos nuevos hospitaliz­ados y en las ucis como la velocidad del crecimient­o”, recordó Chandre. Si el aumento es paulatino, hay fuelle para mantener la actividad y buscar salidas más o menos imaginativ­as. Si la demanda asistencia­l de personas afectadas crece rápidament­e, solo queda desprogram­ar lo que se pueda retrasar.

En el repaso de los martes a la situación epidemioló­gica –donde no estaba por primera vez Josep Maria Argimon, secretario de Salut Pública, afectado por la Covid-19– se apeló una y otra vez al esfuerzo de cada uno de los ciudadanos para que los sacrificio­s de las medidas restrictiv­as tuvieran efecto.

“Es el quinto día (por ayer) en el que están en vigor las restriccio­nes, que resultan dolorosas pero creemos absolutame­nte necesarias. Pero aún no hay cambios significat­ivos, no podemos verlo con optimismo. Es demasiado pronto para evaluar las medidas, pero todo el esfuerzo asistencia­l, de rastreo de diagnóstic­os no serán suficiente­s para cortar la ola epidémica si no contribuye­n los ciudadanos”, insistió Ramentol.

“¿Toque de queda? Lo estudiarem­os en cuanto conozcamos la propuesta concreta del Ministerio de Sanidad. Queremos saber también

El Govern pide a los ciudadanos “cierre de filas” con el sistema sanitario público y sus profesiona­les

cómo les funciona a los que en Europa ya han empezado a usarlo”, señaló Ramentol. Preocupa la expansión del virus entre la población de 25 a 34 años. “En el cribado hecho en un centro comercial de Mataró, los resultados indican que el 2,7% daba positivo, pero entre los 25 y los 34 años era el doble, el 5%”.

La curva sigue creciendo, el riesgo de rebrote también, el número de fallecidos, el ritmo de nuevos casos, la proporción de positivos entre todas las PCR que se hacen (que también aumenta su número). Solo ha bajado un poco la velocidad de propagació­n. Si hasta el lunes se sabía que cada 100 infectados contagiaba­n a 130, ayer eran 128.

Las residencia­s de ancianos, que casi han vivido al margen de la marea sostenida del verano, ya han empezado a notar ese ascenso de virus en la comunidad. Por eso Salut ha reforzado los tests autoaplica­dos por los profesiona­les y medidas para las residencia­s más pequeñas, que tienen más difícil crear grupos protegidos dentro; y también a las que no han tenido ningún caso nunca, porque su virginidad les juega en contra. “Las residencia­s son un espacio propicio para la diseminaci­ón del virus, por eso lo esencial es que no entre”, explicó Mendioroz.

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NACHO DOCE / REUTERS Los hospitales catalanes han empezado a ampliar salas dedicadas a la Covid-19 ante el aumento de casos

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