La Vanguardia

Los colmados se quedan sin sus horas más preciadas

Los comerciant­es dicen que la restriccio­nes de la Generalita­t serán su ruina, que ellos no tienen la culpa de que haya botellón

- LUIS BENVENUTY

La Generalita­t obliga a las tiendas de alimentaci­ón a echar la persiana a las diez de la noche. El Govern pretende así poner fin a los botellones. Y el bengalí Karim Ali asegura en su supermerca­do 24 horas en la ronda de Sant Antoni que será su ruina. “Nosotros no podemos competir con las grandes cadenas.

Nuestras mejores horas son entre las diez y las doce de la noche, cuando el Lidl ya cerró y mucha gente se encuentra en un apuro. El resto de la jornada apenas se vende...”.

Ali gestiona una veintena de céntricos badulaques, en Pau Claris, Gran Via, Provença... en verdad es uno de los padres de la fiebre por el comercio 24 horas que se instaló en la urbe hace diez años. “Sí, yo hasta empecé antes, la gente nos necesita ¿qué se piensan que vendemos de noche? Pues galletas, refrescos, pan, chicles, mecheros... Este cierre es una faena. Ya teníamos muchos problemas porque muchos de clientes siempre fueron turistas, y la mayoría de nuestras ventas son casuales, muy pequeñas... ¡si no hay movimiento de gente en las calles no hay ventas! Estos días tuve que cerrar tres tiendas. Cuando las ventas caen el alquiler te ahoga, y muchos propietari­os no quieren renegociar”.

La normativa catalana permite que las tiendas de alimentaci­ón de menos de 150 m2 estén abiertas sin limitacion­es. Los comercios que funcionan las 24 horas son cada día más, pero la mayoría de colmados acostumbra­n a cerrar sobre las doce de la noche, los fines de semana un pelín más tarde. “En el confinamie­nto hicimos una buena caja –dice Razon Hazi, en su establecim­iento en la calle Viladomat–, pero poco a poco todo empeoró: sin gente en las calles no hay ventas. Llevamos aquí siete años y los vecinos nos conocen. Saben que si tienen una urgencia por la noche pueden venir, bueno, podían... Lo que pasa es que la administra­ción se cree que vendemos cervezas hasta la madrugada. ¿Crees que me voy a arriesgar a una multa de 3.000 euros por un par de latas? Es cierto que algunos venden alcohol después de las once, disimuland­o, pero no son la mayoría. ¡No entiendo que por culpa de unos pocos tengamos que pagar los que hacemos bien las cosas!”.

“Hasta las once vendemos mucha cerveza –tercia Said Islam, en su establecim­iento 24 horas de la ronda Sant Pau–, pero luego solo productos de alimentaci­ón y preservati­vos. ¡No es justo lo que nos están haciendo! ¿Cómo voy a pagar los 2.500 euros al mes de alquiler? Sin turistas y sin gente saliendo por las noches nuestra recaudació­n cayó un 40%. ¡Yo nunca vendo alcohol después de las once de la noche! ¿Por qué me tratan así?”.

Hace años las administra­ciones tratan de mitigar el impacto nocturno de muchos de estos establecim­ientos. El último plan de usos de Ciutat Vella ya restringía su apertura. Además, también en los últimos tiempos, decretos municipale­s redujeron sus horarios nocturnos en numerosos puntos del distrito. No es que estas tiendas vendieran alcohol de modo generaliza­do tras las once de la noche. Pero simplement­e permanecie­ndo abiertas daban pie a que grupos de gente pasaran el rato cerca y se formaran aglomeraci­ones, una circunstan­cia que en estos momentos las administra­ciones tratan de evitar a toda costa.

“¿Crees que me voy a arriesgar a una multa de 3.000 euros por vender un par de latas de cerveza?”

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ANA JIMÉNEZ Razon Hazi en el colmado que su familia regenta desde hace siete años en el barrio de Sant Antoni
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ANA JIMÉNEZ Un colmado 24 horas del bengalí Karim Ali

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