“Cito las calles de Oslo para que usen el libro como mapa de la ciudad”
Per Petterson, ‘Hombres en mi situación’
La vida de Per Petterson (Oslo, 1952) ha estado marcada por la tragedia, a raíz de que sus padres, su hermano pequeño y una sobrina murieran en 1990 en el naufragio de un transbordador. Su obra así lo refleja, pero conserva un magnífico sentido del humor. En nuestro país le vino la fama con Salir a robar caballos ,y ahora publica Hombres en mi situación (Libros del Asteroide/ Club Editor). Además, es un apasionado de la guitarra española. Cuando nos conectamos para esta entrevista la toca a modo de bienvenida. Desde los bosques de Noruega donde vive, interpreta los primeros compases del pasodoble España cañí.
¿Le gusta tocar la guitarra?
Mucho. Cerca de donde vivíamos cuando era niño había una escuela de música muy prestigiosa. Mi madre trabajaba en la limpieza y era amiga de los profesores. A los trece años acordaron enseñarme a tocar la guitarra y desde entonces siempre la toco.
¿Y le ayuda a escribir?
No sé si me ayuda a escribir, pero sí me ayuda a no huir de la mesa de trabajo. A veces toco más la guitarra que escribo.
Hablemos del nuevo libro. ¿Qué ha querido explicar?
No lo sé muy bien, porque siempre parto de una frase y de una escena y después el libro va avanzando. Hablo de un hombre de mediana edad, 38 años, que se acaba de divorciar y un par de años atrás perdió a su familia en el incendio de un barco. No es muy feliz, porque tiene tres hijas que solo ve los fines de semana, y está un poco desesperado.
Es una historia triste.
Sí, claro. Pero también es divertida, porque el protagonista tiene una lengua afilada y a menudo se mete en líos y peleas. Está sometido a mucha presión y su cuerpo no responde a lo que él quiere que haga. Es como un payaso, un poco como Charlie Chaplin, a quien todo le sale mal.
El hombre es Arvid Jansen, que ya conocíamos de novelas anteriores, y descubre que su mujer ya lo quería dejar un año y medio antes, pero que el accidente del barco le hizo aplazar la decisión. Sin embargo, se produce la paradoja de que cuando ella está perdida en medio de la nada, le llama y le dice que no tiene a nadie más.
Es una paradoja, claro. Por una parte, él se sorprende de que no tenga a nadie más, porque tenía muchos amigos. Y de la otra, él no quiere ser quien la rescate, porque ella no ha querido saber nada más. Y se ofende y se enfada, porque está destrozado.
El protagonista tiene sueños muy duros y le gustaría poder dormir sin soñar.
Hay sueños importantes en el libro. Sueña que una mujer se muere y que él le tiene la mano cogida, pero no le ve la cara. Yo había soñado eso, y era mi mujer. A él le quito la cara para que no sepa quién es la del sueño.
Por lo tanto, el protagonista tiene muchas cosas de su vida, como el sueño, la tragedia del barco, el divorcio...
Sí, lo reconozco. Le doy esos elementos pero inmediatamente
Arvid ya es otra persona, a quien le suceden muchas cosas que a mí no me han pasado.
A lo largo de la novela menciona a muchos escritores, que llegan a formar una especie de canon particular.
Son escritores que admiro, que he leído y que forman mi canon particular, como Simone de Beauvoir, que me han introducido en otros mundos. Conozco el París de Beauvoir como si ya lo hubiera visitado.
Usted también especifica muy bien las calles de Oslo, de modo que el día que el lector vaya, descubrirá el lugar donde Arvid cayó borracho o le dieron un puñetazo.
He querido hacer como Simone de Beauvoir. Si ella lo hace con París y los de Nueva York también lo hacen, ¿por qué no con Oslo? Creo que podéis usar mi libro como un mapa de Oslo.