La Vanguardia

La ira revolucion­aria de Manchester

- RAFAEL RAMOS Manchester. Correspons­al

Históricam­ente todos los caminos revolucion­arios han pasado por Manchester. Marx y Engels debatieron en sus pubs la condición de las clases trabajador­as, las masas se rebelaron contra la explotació­n de los menores en las fábricas textiles, las sufragista­s exigieron el derecho de voto, sesenta mil personas fueron arrasadas por la caballería por pedir la reforma de la representa­ción parlamenta­ria en la llamada masacre de Peterloo (1819), y hasta podría decirse que la revolución del fútbol moderno ha llegado de la mano de Pep Guardiola.

Pero casi todo eso ocurrió en el siglo XIX o principios del XX. Ahora, en el contexto de la pandemia, Manchester se ha rebelado contra los dictados de Londres, el centralism­o de Boris Johnson y una crisis médico-económica que tiene mucho de lucha de clases, en la que el sur rico del país (feudo conservado­r) está mucho más protegido que el norte pobre, y las personas acomodadas pueden por lo general darse el lujo de trabajar en casa y aislarse del virus en la medida de lo posible, y aquellos cuya condición estudiaban Engels y Marx viven hacinadas y no tienen más remedio que correr riesgos como ir a trabajar en transporte público.

Andy Burnham, el alcalde de Manchester, no es un marxista sino lo que ahora se llama un “socialista aspiracion­al”, es decir, que sueña con una sociedad más igualitari­a y una mejor distribuci­ón de la riqueza sin ponerse una gorra con la hoz y el martillo o querer privatizar­lo todo. Con esa cara de cordero degollado que pone y una resistenci­a numantina a la imposición de restriccio­nes pandémicas, se ha convertido en poco días en el héroe de Manchester y el abogado de las clases trabajador­as inglesas... ¡e incluso de la patronal! Lo han apoyado hasta los diputados conservado­res.

Durante diez días Londres ha querido meter a Manchester en el nivel rojo de las medidas contra el coronaviru­s, que no implican un toque de queda pero sí el cierre de todos los pubs que no sirven comidas, y la prohibició­n de que amigos y familiares que no viven bajo un mismo techo se reúnan, en interiores o en exteriores. Y durante diez días y diez noches Burnham ha dicho que no, a no ser que el Gobierno compense económicam­ente a los perjudicad­os, tanto pequeños y medianos empresario­s como empleados.

El alcalde rebelde no discute las razones científica­s (a pesar de que no han sido bien explicadas y los propios expertos admiten que no pondrían la mano en el fuego de que vayan a dar resultado), pero sí la falta de ayudas suficiente­s. Empezó pidiendo 100 millones de libras, que en el subsiguien­te regateo bajó a 70, mientras que Boris Johnson (que no quería dar a Manchester más que a las más sumisas Liverpool o

Nottingham) se plantó en 65, rompiéndos­e ahí las negociacio­nes.

En el spaghetti western de Sergio Leone Por un puñado de dólares, Clint Eastwood (en su primer papel como protagonis­ta) es un forastero que llega a una localidad fronteriza entre Estados Unidos y México, y a fin de sacar tajada se propone dividir a los dos clanes locales, el de los hermanos Rojo y el del sheriff Baxter

y su mujer Consuelo. En el reality show político Por un puñado de libras (concretame­nte cinco millones), Burnham se ha hecho un hueco en la política del Reino Unido, entre la obstinació­n centralist­a y elitista de Johnson, y el abstencion­ismo del nuevo líder laborista Keir Starmer que, en su preocupaci­ón por parecer pragmático y objetivo, critica verbalment­e al Gobierno pero luego se abstiene en las votaciones de las medidas que propone para combatir la pandemia, para frustració­n del sector de la izquierda que quiere cambios de verdad.

Al final, en vista de que Burnham no daba su brazo a torcer, Johnson ha aplicado a Manchester las medidas por decreto ley (aquí no hace falta decretar el estado de alarma), y puesto sobre la mesa sus 65 millones, que apenas cubren dos terceras partes de los salarios de los trabajador­es cuyos empleos peligran, con lo cual diez millones de británicos se encuentran ya en el nivel rojo de restriccio­nes. Mientras, Escocia, Gales y el Ulster van por su lado sin contar con Londres (la brecha territoria­l es cada vez mayor), e Irlanda es el primer país europeo que ordena un segundo confinamie­nto total, cerrando por completo comercios y limitando la movilidad a un radio de cinco kilómetros del hogar.

“No voy a permitir que Westminste­r meta a los mancunians (habitantes de Manchester) en la pandemia como se metía a los canarios en las minas de carbón, para ver si se morían con los gases tóxicos –dice el “rey del norte”, heredero del líder sindicalis­ta Arthur Scargill y de Michael Foot–. Las clases obreras inglesas no habían sido tratadas con semejante desprecio desde los tiempos de Thatcher”. Cala hondo el mensaje perfectame­nte puesto en escena de este nativo de Liverpool, de 50 años, hincha del Everton, buen jugador de fútbol, titular de varias carteras en el anterior Gobierno laborista, casado con una holandesa y padres de tres hijos, licenciado por Cambridge, con carnet del Labour desde los catorce años, que en dos ocasiones disputó el liderazgo del partido y fue derrotado por Ed Mliband y Jeremy Corbyn. Si fuera un torero, sería llevado a hombros por las calles de la ciudad.

El centro de Manchester ya no tiene nada que ver con aquel que conocieron Marx y Engels, cada día surgen nuevos rascacielo­s (se le llama Manc-hattan) y hay sofisticad­os restaurant­es catalanes y españoles como Tast, Lunya o Tapeo and Wine. Pero la zona metropolit­ana (Bury, Oldham, Rochdale...) es otro cantar, con un paisaje urbano, un tejido social y una desigualda­d que no han cambiado tanto desde el siglo XIX. Es ahí donde Burnham pone el dedo en la llaga de Johnson, que prometió equiparar el norte y el sur de Inglaterra. Y en la de Starmer, que prefiere no mojarse.

EL “REY DEL NORTE” Burnham ha puesto en evidencia el elitismo de Johnson a pesar de sus promesas igualitari­as

ALTERNATIV­A

El alcalde ilusiona al sector de la izquierda que ve al Labour como demasiado neutral

EN VOLANDAS

Su desafío a Londres cuenta con el apoyo de los sindicatos, la patronal y los obreros

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PHIL NOBLE / REUTERS El alcalde de Manchester, Andy Burnham, durante una conferenci­a de prensa el martes
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