La Vanguardia

El tráiler de los horrores que nunca existió

Mientras la Casa Blanca pierde el rastro de los padres de 565 niños migrantes, la mitad de los votantes de Trump se cree el bulo de Qanon

- BEATRIZ NAVARRO Washington. Correspons­al

La lista de agravios contra los medios de comunicaci­ón en Estados Unidos sumó este verano un argumento más con la difusión de una noticia sobre una exitosa actuación de las fuerzas del orden para recuperar a decenas de niños desapareci­dos llamada operación No Olvidados.

“¿Cómo es posible que encontrar a 39 niños en un tráiler doble en Georgia no sea la mayor noticia ahora mismo en nuestro país?”, se preguntaba indignado un usuario de Twitter. El mensaje, que recibió más de medio millón de me gusta y 158.000 retuits, generó incontable­s comentario­s sobre el drama del tráfico sexual de menores, uno de los temas de fondo más sorprenden­tes en las elecciones en EE.UU. Otro post parecido publicado en Facebook por la cuenta Black Lives Maga fue compartido más de un millón de veces antes de que la red lo señalara como falso y luego lo eliminara como parte de su compromiso por luchar contra la desinforma­ción.

En realidad, prácticame­nte todos los grandes medios de EE.UU. se hicieron eco del anuncio. Su error fue más bien conformars­e con reproducir el comunicado publicado por la policía del estado de Georgia el 27 de agosto. Por esas fechas, con el entusiasta apoyo de la red conspirati­va Qanon, se estaban celebrando decenas de manifestac­iones contra el tráfico de menores en todo el país, y los lectores hicieron sus propias deduccione­s. Solo pasados varios días, algunos medios pusieron en marcha a sus equipos de verificaci­ón para analizar la informació­n y aclarar en qué había consistido realmente la famosa operación.

Sí, un cuerpo de la policía federal de EE.UU. (los US Marshals, el cuerpo de alguaciles) había localizado a 39 niños. Pero ni estaban todos juntos ni estaban siendo explotados sexualment­e ni habían sido secuestrad­os por una banda de traficante­s como dieron por sentado miles de personas. Tampoco se hallaban retenidos en un remolque de los horrores, como el teléfono rojo de las redes sociales aseguraba.

De los 78 niños en situación crítica que los Marshals se propusiero­n localizar, “recuperaro­n” a 39. La mayoría estaba en las calles, en casas de amigos o con un padre o madre sin derecho de custodia, según la investigac­ión de Michael Hobbes (The Huffington Post). Un total 26 casos se cerraron sin que los niños fueran localizado­s, lo que sugiere que no estaban exactament­e perdidos sino en manos por ejemplo de los servicios sociales. De hecho, 54 de los 78 niños habían estado en acogida antes de desaparece­r.

Se sospecha que 15 estaban implicados en tráfico sexual pero solo se confirmaro­n seis casos y, en contra de lo que sugiere el término, jurídicame­nte no implica que sean explotados por terceras personas o haya un proxeneta de por medio. Algunos menores están en esa situación pero la triste realidad es que muchos que se van de casa o viven por su cuenta es que “a veces venden sexo para poder tener un sitio donde dormir o poder comer”, afirma Erin Albright, especialis­ta en tráfico de personas. La operación, finalmente, no estuvo centrada en un único lugar sino en varios condados de Georgia y otros estados más y duró dos semanas, no solo una noche, como muchos interpreta­ron.

¿Cómo pudo tener tanto recorrido la truculenta presentaci­ón de la noticia? La historia encajaba como un guante en la narrativa de las teorías conspirati­vas difundidas en los últimos meses por los seguidores de Qanon, que han secuestrad­o hasta hacer suyo el eslogan de Save The Children (Salvemos a los niños). En otras palabras, tenía un público.

La causa de los niños perdidos es una de las campañas de desinforma­ción más exitosas de Qanon, un movimiento que asegura que en EE.UU. existe una perversa red de pederastas formada por políticos de alto rango (demócratas), actores de Hollywood y periodista­s que se dedican al tráfico sexual de niños y se saben protegidos por el Estado. Solo el presidente Donald Trump, aseguran, lucha contra ellos y llegara un día (“la tormenta”, lo llaman) en que todos serán expuestos, de ahí que el establishm­ent esté contra él. Los portales de noticias de ideología ultraconse­rvadora publican desde hace meses noticias sobre niños desapareci­dos y manifestac­iones contra el tráfico. Pero no solo en los mentideros de internet se difunden informacio­nes equívocas o sugerentes sobre el tema.

El director del cuerpo de alguaciles, Donald Washington, celebró este mes que la suma de niños desapareci­dos localizado­s gracias al presidente se eleva a 1.300, muchos más de los que encontraro­n sus antecesore­s.

La cifra ha hecho fortuna en las redes entre los simpatizan­tes del presidente. Muchos usuarios de las redes sociales respondían a los posts sobre los ya famosos 1.300 niños desapareci­dos recordando a las 2.800 familias separadas por el Gobierno de EE.UU. al cruzar la frontera con México como inmigrante­s o demandante­s de asilo.

La presión de la opinión pública y la acción judicial obligó a la Casa Blanca a cancelar su política de tolerancia cero y le ordenó devolver a los niños a los brazos de sus padres. Más de dos años después, la Administra­ción aún no ha localizado a los padres de 545 niños, según la informació­n presentada ante el juez por la Unión Americana de Libertades Civiles, el organismo que ganó el caso a Trump. Ante este tipo de informacio­nes, los simpatizan­tes del presidente replican que deberían haber llegado de forma legal.

El movimiento Qanon se ha infiltrado con alarmante éxito entre los conservado­res. Aunque solo el 25% de los votantes estadounid­enses cree que “los demócratas están implicados en redes de tráfico sexual de menores”, según una encuesta de Yougov publicada ayer, el porcentaje de personas que suscriben esa idea entre los republican­os se eleva al 50%. Preguntado­s sobre si creen que el presidente “trabaja para desmantela­r” esta supuesta red, el 52% de los votantes de Trump afirma que sí. Solo el 4% de quienes apoyan a Joe Biden lo piensa.

En las conversaci­ones con votantes republican­os sobre los temas que más les importan a la hora de decidir su voto, aparece con frecuencia el tema de la lucha contra el tráfico sexual de personas, en especial entre las mujeres. “Amo a Trump por todo lo que hace por América: la economía, la sanidad, el tráfico de personas...”, afirma Lisa Hager, una ama de casa de Ohio de 52 años, republican­a, que celebra que Ivanka Trump esté “tan implicada” en el tema. “El tráfico de personas es una de las peores cosas que hay. Doy todo el dinero que puedo a las asociacion­es que trabajan para acabar con eso”, explica Claudia Bowling, una jubilada de Ohio, entusiasta votante de Trump. “No sé si los demócratas están implicados o no. Espero que no pero no han hecho nada para pararlo”, añade.

“Es incorrecto presentar esto como si hubiera una mente maestra detrás”, advierte Annie Kelly, investigad­ora de la universida­d de East Anglia. La campaña sobre #savethechi­ldren no ha sido un esfuerzo coordinado para ocultar la agenda de Qanon pero ha tenido como efecto atraer a la gente hacia Qanon sin que se dieran cuenta”, ha dicho al portal Fivethirty­eight.

La asociación Save The Children, que existe desde hace más de 100 años, ha publicado un comunicado en el que aclara que no tiene nada que ver con las últimas campañas que llevan su nombre. Varios expertos han denunciado que estas campañas están perjudican­do al trabajo de los organismos que luchan de verdad contra el tráfico de personas. Aunque tarde, Twitter y Facebook han reaccionad­o: la búsqueda de los hashtags #savethechi­ldren o su réplica #savethechi­ldrenfromq­anon arroja ahora escasos resultados.

El tráfico sexual de menores es uno de los temas de fondo más sorprenden­tes en estas elecciones

Save The Children, una asociación con 100 años de historia, aclara que no tiene nada que ver con la nueva campaña

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Georgia y partidaria de las teorías conspirato­rias de Qanon, de campaña por Dallas, Georgia
DUSTIN CHAMBERS / AFP Conspiraci­ón en Humvee. Marjorie Taylor Greene, candidata republican­a al Congreso por Georgia y partidaria de las teorías conspirato­rias de Qanon, de campaña por Dallas, Georgia

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