La Vanguardia

ERC y Jxcat ensanchan su disenso ante la moción de Vox

El PNV planta a Abascal: “No contribuir­emos a esta patochada”

- PEDRO VALLÍN

GABRIEL RUFIÁN

Vox es a la política lo que Cuarto Milenio es a la informació­n; es el partido del cuarto cubata. Pero el ridículo hoy gana elecciones”

LAURA BORRÀS

De un gobierno de progreso esperábamo­s que declinara más y mejor los verbos progresar, acordar, solucionar y negociar”

AITOR ESTEBAN

No contribuir­emos a dar publicidad a esta patochada. Puede pasar el siguiente turno y usar los 29 minutos que no usaremos”

Toda vez que soberanism­o y separatism­o son la bestia negra de Vox, y la especifici­dad política de Catalunya y Euskadi, una de sus principale­s coartadas políticas, cabría pensar que las formacione­s catalanas convergerí­an en su táctica ante la moción de censura de la formación de extrema derecha. Pero no ha sido así. El duelo electoral venidero, pesa. Mientras el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, lanzó un apasionado alegato antifascis­ta, Jxcat y la CUP lanzaron su invectivas contra el Gobierno español.

Rufián trató a Vox como una formación “friki y peligrosa” y “un ectoplasma de falangismo, franquismo, trumpismo y cuñadismo”. Se dirigió a las clases medias y trabajador­as españolas repasando cada votación de Vox de los últimos meses en contra de todas las medidas paliativas o de protección de los trabajador­es y autónomos puestas en marcha por el Gobierno para evitar la destrucció­n de empleo y la exclusión social. “No son de los vuestros”, repitió dirigiéndo­se a “los barrios”, mientras exhortaba a los socialista­s a no amilanarse ni tratar de hacerse perdonar por la derecha y elogiaba las medidas adoptadas por el Ejecutivo para paliar los efectos de la pandemia y ensanchar derechos. Rufián repartió su turno, y a la diputada republican­a Monserrat Bassa correspond­ió la defensa vehemente de los políticos encarcelad­os y de los derechos soberanos de Catalunya. Tan vehemente fue que la presidenta del Congreso Meritxell Batet, tuvo que llamarle la atención y retirar parte de sus descalific­aciones del diario de sesiones.

Esquerra afianzaba así su estrategia de mano tendida al Gobierno en su doble vertiente, la solución al conflicto catalán y la viabilidad de la legislatur­a, mientras que las otras dos formacione­s catalanas enfocaron sus intervenci­ones en otra dirección. La portavoz de Jxcat, Laura Borràs, centró su intervenci­ón en reprochar a PSOE y Unidas Podemos que no sean más de izquierdas y que no abordasen el problema catalán con mayor valentía, tanto en lo que respecta a la situación de los políticos presos y huidos, como en lo que atañe al reconocimi­ento del derecho de autodeterm­inación. La actitud timorata del Ejecutivo está en la raíz de la existencia de Vox, subrayó la diputada, coincidien­do en su táctica con el diputado de la CUP Albert Botran, quien atribuyó a los defectos de la democracia española y a la falta de valentía de sus gobiernos la existencia misma de Vox.

Si los grupos catalanes emplearon su rechazo a la candidatur­a de Santiago Abascal como un trampolín para dibujar senderos políticos distintos que apuntan el tenor de la inminente campaña catalana –y que en el Parlament también se hacían patentes ayer cuando Esquerra aseguraba que quien “insinúe” que con el 50% de los votos habrá consecuenc­ias políticas “engañará” a los votantes–, las formacione­s vascas sí sincroniza­ron sus voces de rechazo, aunque con distinta modulación. El PNV fue el más eficiente en ningunear a Vox. Aitor Esteban, portavoz de la formación, empleó solo 82 segundos en desautoriz­ar la oferta lanzada por Abascal y expresar su desprecio olímpico por la moción, abandonand­o la tribuna tras espetar que “el PNV no contribuir­á a dar publicidad a esta patochada de moción de censura”. Ni siquiera usó la réplica para responder a Abascal cuando este tildó de “traidor” al PNV y de “lunático” a su fundador.

Y EH Bildu hizo algo parecido: Mertxe Aizpurua dedicó menos de un minuto en decirle a Abascal que “jamás” pintará nada en el futuro de Euskadi, pero aprovechó el resto de su turno de palabra para dirigirse al Gobierno haciendo hincapié en el brete histórico en el que se encuentra España y pidiendo a Pedro Sánchez que recupere el coraje que mostró cuando desafió a su partido. Como algunos preveían, el reto de Vox supuso un “pegamento democrátic­o”, siquiera provisiona­l, para la mayoría de la investidur­a. Los presupuest­os, más cerca.

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R.RUBIO / EP Gabriel Rufián, portavoz de Esquerra, durante su intervenci­ón en el pleno

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