La Vanguardia

Donde las dan las toman

- Màrius Carol

La gestión del 1-O del 2017 parece estar inspirada en John Steinbeck, que en Las uvas de la ira escribió que la policía causa más problemas de los que evita. Claro que aquel día estaba al mando de las actuacione­s el poder político, así que culpar a los agentes no es del todo justo, aunque hubo intervenci­ones impropias más allá de las órdenes que recibieran.

La sentencia de la sala de lo penal de la Audiencia Nacional que ha absuelto al mayor de los Mossos d’esquadra, Josep Lluís Trapero (y al resto de la cúpula de la policía autonómica), de formar parte del plan para la independen­cia de Catalunya, facilitand­o el referéndum, es muy crítica con el operativo de las fuerzas de seguridad del Estado. En el redactado de la sentencia se advierte que el jefe policial no debía poner como única finalidad de su actuación impedir a toda costa el referéndum: “Si ello producía unos daños irreparabl­es, no solo podían achacarle la responsabi­lidad de su producción, sino que, desde el punto de vista profesiona­l, su gestión habría resultado un fracaso”.

La sentencia considera que con los operativos de los Mossos se evitaron graves daños y apoya que se utilizara

La sentencia que absuelve a Trapero critica la gestión policial del 1-O

una labor de mediación sobre el uso de la fuerza ante ciudadanos en muchos casos indefensos. Y descarta cualquier connivenci­a con los condenados por el Tribunal Supremo por sedición, aportando pruebas que demuestran que Trapero afirmó su compromiso con la ley y las decisiones de los jueces, hasta el punto de tener un plan para detener al president Carles Puigdemont si así lo decidía la autoridad judicial.

El texto de la sala de lo penal de la Audiencia Nacional es muy relevante por tres razones: salvaguard­a la profesiona­lidad de los Mossos en aquellos días emocionalm­ente intensos de octubre del 2017; deslegitim­a la instrucció­n por un delito de rebelión del Supremo, pues los únicos que podían hacer uso de la fuerza era la policía autonómica, que no se apartó de la Constituci­ón, y responsabi­liza de la pésima gestión de la jornada a quienes decidieron el operativo de las fuerzas de seguridad del Estado. Ni el coronel Diego Pérez de los Cobos, ni el secretario de Estado de Interior José Antonio Nieto salen bien parados de la sentencia.

En ocasiones, dudamos de la imparciali­dad de la justicia, pero resulta evidente que resolucion­es como esta permiten volver a la fe. El escritor inglés J.G. Ballard escribió que los únicos filósofos auténticos que nos quedan son los policías. No terminó la frase. Debía añadir “y un puñado de jueces”.

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