La absolución del mayor Trapero
Aúltima hora del martes trascendió la sentencia con la que la Audiencia Nacional absolvía de los delitos de sedición y desobediencia al mayor Josep Lluís Trapero, que era responsable de los Mossos d’esquadra el 1-O del 2017, y a la cúpula política de este cuerpo policial. No solo eso. La sentencia reconoce que la actuación de los Mossos en las manifestaciones del referéndum del 1-O fue proporcionada, trató de evitar males mayores y proteger la integridad de las personas.
Las conclusiones de dicha sentencia dicen que “queda desacreditada la hipótesis de que Trapero se puso de acuerdo con líderes del proyecto independentista, comprometiendo al cuerpo policial”. Que Teresa Laplana, intendente mayor de los Mossos, también en el banquillo, “no tenía capacidad de decisión sobre las actuaciones de los Mossos”. Que Cèsar Puig, ex secretario general de Interior, “carecía de mando” sobre ellos. Y que Pere Soler, ex director general de los Mossos, “no intervino en el diseño ni la ejecución del operativo”.
Esta sentencia puede ser recurrida. Pero de los entrecomillados del párrafo anterior se desprende claramente que la actuación de los responsables de los Mossos el 1-O –para los que se solicitaban penas de hasta diez años– fue respetuosa con las órdenes judiciales y con el mandato constitucional.
La decisión de la Audiencia Nacional tiene efectos de diverso orden. En primer lugar, representa un gran alivio para Trapero y sus compañeros, que han sufrido un severo –y, a lo que se ve, innecesario– viacrucis judicial durante tres años. En segundo, pero no menos importante, restituye el honor de los Mossos, que este proceso cuestionó. En la sentencia se recoge que algunos agentes, de filiación independentista, pudieron tener el 1-O actuaciones más deudoras de su ideología que de su deber como funcionarios. Pero en su conjunto el cuerpo de los Mossos queda exonerado de conductas impropias.
Políticamente, la sentencia tiene también sus consecuencias. Porque rechaza el argumentario de la Fiscalía, muy del agrado de sectores conservadores, que se basaba entre otros testimonios en el del coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Cobos, quien el 1-O, siendo presidente del gobierno Mariano Rajoy, dirigió el operativo policial en Catalunya en el que participaron la Benemérita, la Policía Nacional y los Mossos d’esquadra. Y, como tal, fue el responsable público de la deriva de una jornada en la que se contabilizaron demasiados heridos y contusionados, y de cuyo balance, a juzgar por el testimonio del coronel, debía hacerse responsable Trapero. En el ámbito independentista se ha recibido la sentencia con cierta sorpresa, pese a no ser del todo inesperada. Esta absolución es una buena noticia para todos. Y al decir todos nos referimos a Catalunya, puesto que aligera la tensión política. Aunque acaso los partidarios del “cuanto peor mejor” hubieran podido sacar mejor rédito propagandístico de una sentencia condenatoria.
El fallo interpela además a la judicatura, y abre interrogantes sobre condenas del juicio del procés, como las de Carme Forcadell, expresidenta del Parlament, o Joaquim Forn, exconseller de Interior. Porque los miembros independentistas de la Mesa del Parlament que dirigía Forcadell acaban de ser inhabilitados año y medio por el TSJC, y Forcadell fue condenada a once años y medio de prisión en el juicio del procés. Y porque el Supremo atribuyó en este juicio a Forn el visto bueno al operativo policial del 1-O, por el que ahora ha sido absuelto Trapero, cuando Forn está condenado a diez años y medio. Estas disparidades sugieren que una reforma del Código Penal daría mejores herramientas a los jueces. En todo caso, la absolución de Trapero y los suyos es bienvenida, porque mejora el clima político, allana el camino a los indultos y nos acerca a una vía razonable hacia la resolución de un conflicto que lastra pesadamente al país.
Esta sentencia es buena noticia para todos porque ayuda a avanzar hacia la resolución del conflicto