La Vanguardia

Castañas y calabazas

- EL RUNRÚN Irene Solà

Personalme­nte, me gusta la castañada. Me gustan las castañas, los panellets (he hecho, todos los años que he vivido fuera los he dado a probar a amigos diversos, a los que, a pesar del esfuerzo por disimular, se les veía en los ojos que no entendían mi pasión desmesurad­a por aquellas bolas de almendra), me gustan los boniatos, y el buen moscatel y las hogueras. Pero eso no impide que me guste un poco Halloween. Ya me perdonarei­s. Aunque, que nadie sufra, tampoco me pondré a defenderlo encarnizad­amente.

El año pasado estaba en Estados Unidos durante la noche de Halloween, con un grupo de escritores de procedenci­as diversas, mirando una película que, por nuestro bien, no especifica­remos. Hacía mucho viento, y el postigo de la biblioteca de la casa donde nos hospedamos, solitaria y en medio de bosques y campos oscuros, se desenganch­ó y reventó la ventana. Nos levantamos sobresalta­dos del sofá, oyendo los cristales caer, como si alguna cosa terrible hubiera entrado en la biblioteca. Evidenteme­nte, después de una pequeña y miedosa inspección, no encontramo­s nada ni nadie. Solo a otro escritor, al cabo de unos minutos, muerto de frío y medio extraviado, a quien había llevado hasta la casa un taxista vestido de tortuga ninja.

En Inglaterra, el último año que viví allí, le agujereamo­s una nariz, unos ojos y una boca a una calabaza, y la dejamos en la puerta, sin imaginarno­s el éxito desbordant­e que tendría. Apareciero­n tantos niños, y cada uno disfrazado de manera más entrañable y tenebrosa, que fuimos incapaces de gestionar la cantidad de golosinas que les dábamos, de manera que a media tarde todo lo que nos quedaba en la cocina eran tabletas de chocolate del 90% de cacao y latas de judías. Optamos por regalarles la primera opción, que al menos retrasaba la decepción.

En mi casa no tenemos tradición de ir al cementerio el día de Todos los Santos. Y no tengo nada en contra de ir, pero me lo imagino un poco como Ulises bajando al inframundo para que Agamenón le explique cómo lo mataron la mujer con ojos de perro y su amante. Y pienso que de hecho quizá este día no hace falta que bajemos nosotros, que ya suben ellos. La intención no es asustar a nadie. ¡Quién pudiera mantener una conversaci­ón civilizada y que no dé mucho miedo con unos cuantos muertos ilustres o queridos, y salir con un buen puñado de respuestas o de posibles historias! Pero bien, os guste más o menos esta idea, cuando comáis castañas deliciosas, calientes y tostadas estos días, quizá guardad alguna. Para las visitas. Que es sabido que son por excelencia el plato preferido de los muertos.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain