Mario Conde tiene un nuevo amor
El exbanquero sale con la aristócrata y pintora sevillana Adriana Torres Silva
Mario Conde (72) se ha reconciliado con el amor terrenal gracias a Adriana Torres Silva (52), marquesa de Casa Mendaro. La pareja comenzó a salir poco después del fin del confinamiento y aunque se llevan 20 años tienen en común la misma sensibilidad artística y un hondo sentimiento religioso. Adriana Torres es una reputada pintora sevillana, con estudio cerca de Utrera y cuyas exposiciones gozan de la aprobación del público y de las instituciones, no solo españolas. Su obra se ha visto en museos como el CAC Málaga, el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo de Sevilla y el National Museum of Catholic Art de Washington y en ferias de arte como ARCO y Art Sevilla. Su formación es exquisita: además de una licenciatura en Bellas Artes, ha pasado por Central Saint Martins de Londres.
Torres es, además, noble por partida doble. O cuádruple. Sus padres eran Esteban Torres González-camino y Luisa Fernanda Silva Mendaro, marqueses de Casa Ulloa y de Casa Mendaro, mientras que es nieta del duque de Miranda y la marquesa del Buen Suceso. Tiene dos hermanos y los tres han recibido título: ella es marquesa de Casa Mendaro desde que en el 2014 falleció su madre, Esteban es marqués de Casa Ulloa y María Fernanda ha heredado el de vizcondesa de Villanova.
Un rumor de 1989 pudo elevarla a reina consorte: “La joven sevillana de 20 años a la que se relacionó con el heredero de la corona de Bélgica, el príncipe Felipe de Bélgica, ha colaborado activamente en la cuarta edición del rastrillo de Sevilla”. Ella era Adriana Torres. Quiso el destino que Adriana se casara con otro Felipe en 1998, el empresario y músico andaluz Felipe del Cuvillo, actualmente socio del despacho inmobiliario Southern Developement Group. Hoy divorciados, han tenido tres hijas: Aldara, Candela y Chiara.
Conde, viudo de Lourdes Arroyo, se casó en segundas nupcias con la abogada María Pérez-ugena,
profesora de Derecho Constitucional en la Universidad Rey Juan Carlos I. Se conocieron en un gimnasio y se dieron el sí quiero un año más tarde, en el 2010. La ceremonia se ofició en la capilla de un pazo gallego ante diez personas. La pareja atravesó una fuerte crisis en el 2015 y se separaron un tiempo. Tras una breve reconciliación, el divorcio llegó en el verano del 2016.
Conde confirmó que estaba de nuevo enamorado, de modo casi críptico, el pasado 13 de octubre, día en que se cumplían 13 años de la muerte de Lourdes Arroyo. Su primera esposa falleció a causa del cáncer dejándole dos hijos, Alejandra y Mario, y el corazón roto. Así se reconciliaba el exbanquero con su amor eterno: “En mi último encierro en Soto del Real experimenté no sé si un viaje astral o un sueño, pero visualicé el espíritu de Lourdes y… no estaba contenta conmigo”. Explica Conde que ese día 13 asistió a una misa en la hacienda de Casa Mendaro –primera pista– y que tuvo la misma sensación que en la cárcel. “Me dio en ese instante la sensación de que quería transmitirme un mensaje. Se produjo en mi interior el mismo sentimiento que en la prisión y percibí que el mensaje era de parte de Lourdes. Debió de darse un paseo por las dependencias de mi corazón, contempló el paisaje, percibió el sentimiento [pista definitiva], y por ello mismo dijo: “Ahora sí; ahora sí estoy feliz contigo”.
Aunque se llevan 20 años, tienen en común la misma sensibilidad artística y un hondo sentimiento religioso