El Cruïlla reivindica su modelo de festival independiente en tiempos de la Covid-19
El ciclo prevé regresar al Fòrum en el 2021 y congregar allí 15.000 personas al día
Los tiempos del coronavirus dejarán huella en el sector cultural, especialmente en los ámbitos más frágiles. Y uno de estos, coinciden expertos y profanos, es el de la música. Para reflexionar sobre esta y otras cuestiones nace el ciclo Aportacions. Diàlegs per a una revisió del sector cultural organizado por la Fundació La Caixa y la publicación cultural Hänsel* i Gretel*. El martes rompieron el fuego Jordi Herreruela, director del Festival Cruïlla, y Fèlix Riera, director de la Fundació Romea, que debatieron sobre el Passat i futur de les festivals de música.
Riera comentó que no tenía mucho sentido hablar del presente de los festivales de música porque la incertidumbre es total, y añadió que el Cruïlla ha demostrado este verano que es posible programar y actuar desde el día a día. Herreruela confesó, ante un auditorio que llenaba una de las salas de Caixaforum,
que “a nivel profesional estoy moderadamente optimista. Después de estos últimos meses, parece que los tests rápidos pueden hacer que sea innecesaria la distancia física entre los asistentes en los conciertos, y está por ver si es o no obligatoria la mascarilla. A partir de esto estamos viendo si el verano que viene se podrá hacer el Cruïlla en el Fòrum”. Adelantó lo que parece más lógico: “seguramente habrá una combinación entre el Fòrum y el Cruïlla XXS. Nos gustaría, como festival independiente, no perder el nuevo formato, y poder contar con muchos escenarios en la ciudad”.
Lo anterior no quita, reconoció, que “seguramente todo hay que replantearlo. Los grandes eventos hay que plantearlos al público local, con dimensiones espaciales menores, con criterios de responsabilidad medioambiental y con respeto a las medidas sanitarias. El objetivo también pasa por proyectar una idea de ciudad sin atraer a mucha gente de fuera, donde el centro de la convocatoria sea el contenido pero tamquier bién el público, es decir, cambiar la masa por personas”.
Preguntado sobre el papel de las administraciones en esta reconversión, Herreruela dibujó el escenario cultural que en su opinión había antes de la Covid-19: por un lado, buena parte de la cultura vive de la contratación pública –sobre todo municipal–, como herencia del afán del pujolismo en su fomento de la identidad nacional; y por otro lado, la idea de una ciudad abierta que auspiciaba los grandes acontecimientos para atraer el turismo. “Gran parte de los grandes acontecimientos musicales están actualmente en manos de grupos internacionales que buscan crecer a cualprecio para su rentabilidad en bolsa. Los grandes fondos y promotoras han entrado en el Primavera Sound y el Sónar, y una de las consecuencias es que para un promotor independiente como nosotros nos es muy difícil competir”.
A esto se suma el escenario musical que quedará tras la pandemia. “La cultura no está en las prioridades de los países a la hora del rescate, pero aunque no lo haya, que no creo, será un buen momento para proyectar nuevas ideas”. Entre ellas, asumir la importancia de la tecnología. “La demanda nos ha cambiado; el primer interés de nuestro público es la tecnología, y por eso fuimos el primer festival con una experiencia 5 G, por ejemplo”. También es sensible el tema que sacó a colación cuando se le preguntó sobre el papel que jugarán estos festivales post-covid-19 para potenciar el talento. “Si los organizadores de los festivales son grandes corporaciones, nuestros músicos lo tienen mal. Como ciudad tenemos la oportunidad de apostar por el talento; tenemos un legado y el talento hay que acompañarlo. Pero lo cierto es que ahora mismo no hay ningún proyecto grande que apueste por Barcelona como una cantera de talento. Y es que hemos creado una ciudad que tiene una dependencia muy grande del turismo”.
Y entrado en detalle, Herreruela se imagina así la próxima edición: un fin de semana en el Parc del Fòrum, con una asistencia diaria de 15.000 personas sin separación física. “Una semana o diez días antes nos gustaría tener un Cruïlla XXS por la ciudad. Pero hay que hacerse a la idea de que hasta dos meses antes no se sabrá si eso será posible. Esta incertidumbre nos puede matar, pero al tener un público local y variado y no masivo contamos con ventaja ante otros festivales más grandes, así como tener un cartel local y nacional destacado. Las estructuras pequeñas tienen más capacidad de sobrevivir que las grandes tal como se ha demostrado”.
El festival ve como una ventaja tener un público muy local en una coyuntura marcada por la incertidumbre