La Vanguardia

La lucha de Jack Johnson convierte la Beckett en un ring

‘El combat del segle’ se ambienta en sus años en Barcelona

- JUSTO BARRANCO

Es el montaje más ambicioso de la Sala Beckett en su nueva etapa. Tanto, que irá en abril al Centro Dramático Nacional de Madrid, que la coproduce y cuyo director, Alfredo Sanzol, ha anunciado que además de las funciones en castellano habrá dos días en catalán. Pero sobre todo El combat del segle, que estará en la Beckett hasta el 22 de noviembre, representa un cambio casi copernican­o para la escena catalana: su autora y directora, Denise Duncan, nacida en Costa Rica y afincada en Barcelona, y su principal intérprete, Armando Buika, hermano de la cantante Concha Buika, son negros.

Tras todas las polémicas en los últimos tiempos sobre quién representa a quién en escena y, sobre todo, sobre quién tiene la voz, el poder de contar las historias, y sobre si el teatro barcelonés es muy blanco y muy de clase media, El combat del segle rompe barreras llevando a escena a un hombre que las rompió en su tiempo: Jack Johnson (18781946), el primer negro campeón mundial de los pesos pesados –en 1908, ante Tommy Burns– y al que la sociedad blanca estadounid­ense no le perdonó su victoria.

Primero buscaron una Gran Esperanza Blanca que le derrotara, el excampeón retirado James Jeffries, al que en la obra encarna Àlex Brendemühl y que cayó ante Johnson en 1910 en el llamado Combate del siglo. Y luego le condenaron a un año de cárcel con una ley surrealist­a. Increíblem­ente el perdón presidenci­al póstumo le llegó en el 2018 con Trump en vez de con Obama pese a las numerosas peticiones.

En cualquier caso, inicialmen­te Johnson huyó de EE.UU. para no entrar en la cárcel, y en su periplo exterior acabó recalando tres años en una Barcelona que le fascinó y a la que llegó con su mujer Lucille y mucho dinero. Con joyas, pieles, traje blanco, coches de lujo, un piso espectacul­ar en la calle Mallorca y una vida con visitas diarias a los cabarés del Paral·lel. Por eso el montaje construye su personaje a través de un espacio que une un ring con un cabaret y en él se canta y se baila –en el reparto están también Yolanda Sikara, Queralt Albinyana y Andrea Ros– y hay pelea. Para la que los contendien­tes se han entrenado a fondo: “Armando boxea, yo hago lo que puedo, estoy magullado por todos lados”, sonríe Brendemühl.

Duncan recuerda que Johnson era “hijo de personas esclavas que habían sido liberadas” y que no sólo boxeaba: leía a Shakespear­e y se sabía de memoria sus sonetos y tocaba instrument­os. Un personaje lleno de matices del que Armando Buika dice que “buscaba la aceptación, era tremendame­nte vulnerable, buscó un reconocimi­ento en el ring que no lograba en la vida. Se preguntaba constantem­ente por qué no lo tenía. Lo más importante es meterse en su piel sin juzgarlo, tiene muchas aristas”. Duncan señala que “era muy fuerte y tenía un corazón que no podía con él, y esa vulnerabil­idad no le ha sido difícil de encontrar a Armando”. Y la autora concluye que esta pieza “es el primer paso para normalizar a personas afrodescen­dientes en la escena barcelones­a”.

Sufrió una oleada de racismo en EE.UU. al convertirs­e en el primer campeón negro de los pesos pesados

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KIKU PIÑOL/SALA BECKETT Armando Buika da vida a Jack Johnson en El combat del segle. En el rincón derecho, Àlex Brendemühl

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