¿Qué fue lo último que hicieron los zares de Rusia antes de ser asesinados?
Se conocieron en una boda. Ella tenía 12 años y él, 16. Lo suyo fue un amor a primera vista que tuvo que superar las reticencias de las familias respectivas. Alejandra y Nicolás se casaron cuando todavía duraba el luto por el difunto zar Alejandro III. Se debía correr para que el gran imperio ruso tuviera una nueva pareja real a su mando. Ellos mismos reconocieron que no estaban preparados para ejercer el poder ni lo deseaban, según relatan sus propios escritos en cartas y diarios personales que permiten conocer sus intimidades. “Es triste que mi trabajo me absorba tantas horas, que yo preferiría dedicar exclusivamente a ella”, llegó a lamentarse el zar.
Lejos de poder llevar una vida familiar, las preocupaciones de la pareja no pararon de crecer hasta el apoteósico final. Aunque la que más les inquietó, incluso más que la revolución y la abdicación, fue la grave hemofilia que sufría el zarevich Alexis y que provocó que entrase en sus vidas el fatídico Rasputín.
Gracias a los escritos de los zares y de personajes cercanos, algunos recogidos en Románov (Páginas de Espuma), se sabe que durante la reclusión de la familia en la residencia-prisión de Tsárskoye Seló, Nicolás II se sentía por fin liberado junto a los suyos. “Todos los que le conocían en su posición de prisionero admitían que Nicolás II siempre estaba de buen humor y disfrutaba de su nuevo modo de vida. Cortaba leña y la apilaba en el parque. Trabajaba en el jardín, paseaba en lancha y jugaba con sus hijos”, explicó el líder revolucionario Alexander Kérenski en sus memorias.
El 17 de julio de 1918, la familia real fue despertada por sorpresa pasada la media noche y conducida al sótano de su última prisión, la casa Ipátiev de Ekaterimburgo. Se les leyó la sentencia de muerte. El zar no daba crédito. Se la tuvieron que repetir. No hubo tiempo para más. Ni la zarina pudo terminar de santiguarse. Ella dejó escrito en su diario personal lo último que hicieron antes de acostarse. Como cualquier matrimonio de su época, mataron el tiempo jugando a cartas. Esa noche ambos perdieron la última partida.