La Vanguardia

Un Real Madrid pasmado

- Joaquín Luna

Apoco que uno conozca el alma barcelonis­ta ya sabe cuál es el dilema del día (el Barça es un club muy de dilemas): ¿es más peligroso un Real Madrid con un juego de mínimos y hundido o un Real Madrid pletórico de juego, sobrado de goles y caballero del honor?

Si es usted cartesiano, simpatizan­te de la UP Langreo o quinielist­a, pulse uno.

Si es usted seguidor del FC Barcelona, pulse dos (y prepare la tila).

El Real Madrid suma dos derrotas en cinco días y no precisamen­te ante el Bayern de Munich. Sus jugadores –veteranos y noveles, conforme al himno– han salido al campo pasmados. La leyenda de las remontadas de la hora 25 es de otro siglo. El entrenador no da una a derechas aunque tampoco parece que no vaya a cenar del disgusto: ayer dio descanso a Ramos y Benzema y renovó su fe en Marcelo. O le acabó de hundir.

La presidenci­a, a lo suyo: obras en progreso. ¿Cómo va a intimidar un equipo así?

Y, sin embargo, intimida lo suficiente para que ayer muchos culés hubiesen preferido un empate final que la humillació­n del descanso (0-3), tras una primera parte indigna de jugadores de élite.

Intimida por razones históricas, sentimenta­les y traumática­s pero también porque el FC Barcelona es un equipo tierno con la personalid­ad indefinida. A ratos, la figura es Ansu Fati, otros días la esperanza se llama Pedri –tiene cara y andares de futbolista– y el villano siempre es Griezmann pero al final el ánimo colectivo depende del rictus y los

La Liga ya no es la mejor del mundo pero nos queda el duelo Ramos-messi, dos leyendas que no sentaría en la mesa de ‘First Dates’

pequeños gestos de Leo Messi.

–¡Hoy pone buena cara!

El hundimient­o blanco en la Liga de Campeones anoche tuvo nombres y apellidos pero también la edad del carnet de identidad: un equipo avejentado, sin fichajes esta temporada y una indolencia de la que sólo les saca Sergio Ramos, 34 años.

Un aliciente del clásico será ver cómo las gastan Ramos y Messi, consciente­s de que esto se empieza a acabar. La Liga ya ha dejado de ser la mejor del mundo pero retiene ciertos capítulos dignos de la antología del fútbol mundial y uno, sin duda, es el enésimo duelo entre dos figuras a los que yo nunca sentaría en una mesa de First Dates: uno porque no pararía de hablar toda la cena y el otro porque no abriría la boca.

La jornada de Liga de Campeones perfila un clásico engañoso. Cuesta imaginar al Real Madrid repitiendo un tercer partido indolente, cansino y funcionari­al. Koeman tiene el primer examen y, a diferencia de sus predecesor­es, la ventaja de que esta plantilla no ganó nada la temporada pasada y puede bajar los humos al más gallito. El dilema de Koeman: dar la alternativ­a a los jóvenes o tirar de veteranos, la opción, curiosamen­te, más arriesgada para su prestigio.

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