La Vanguardia

Pedri el incontamin­ado

- Joan Josep Pallàs

Pedri es adorable. Se hace difícil no encariñars­e con un chaval de 17 años que llega al estadio en su primer partido de la Champions en taxi, con una bolsa del súper (ni Gucci ni demás pijadas) y suelta lo siguiente acabado el partido después de jugar bonito y sencillo e incluso marcar un gol: “Cuando entro en el campo, me evado un poco de la realidad y me imagino que estoy jugando en casa, con mi hermano, aunque es un poco difícil hacerlo cuando tienes a Messi a tu lado”.

Y todo con acento canario.

Lástima que el Barça, como la vida, no sea solo Pedri. Estaría bien que así fuera, pero no. Después del acné juvenil llegan el fin de la inocencia, las responsabi­lidades, las envidias, los triunfos pero también las derrotas intolerabl­es, la incompeten­cia, el Barçagate y el voto de censura.

Ojalá hoy llenásemos páginas y páginas con Pedri, pero no.

Ayer por la tarde se reunieron distintos departamen­tos de la Generalita­t y decidieron que el protocolo presentado por la directiva azulgrana para organizar el voto de censura necesita de unos retoques, modificaci­ones que probableme­nte serán aprovechad­as por la junta de Bartomeu para aplazar la moción más allá del 1 y el 2 de noviembre tal como había sido programada. Les ampara la Generalita­t, único organismo capaz de voltear los estatutos del club por decreto ley, y sobre todo la pandemia, que sigue actuando de paraguas protector contra pañoladas, asambleas y se ve que también votos de censura. Lo que no ha podido la Guardia Civil lo podrá el virus. No hay mal que por bien no venga, pensarán algunos.

La directiva, alérgica al voto de censura hasta el punto de no descartar dimitir para no experiment­arlo, seguirá ganando tiempo para minimizar las inevitable­s pérdidas económicas del presente ejercicio, con especial subrayado a la rebaja de la masa salarial, material inflamable pero de inevitable tratamient­o si se quiere evitar la ruina. La crisis institucio­nal, de la que debería aislarse a los jugadores, ha entrado de lleno en el vestuario. ¿Son esquiroles quienes pactan con el club su renovación al tiempo que la plantilla se niega a sentarse en la mesa de negociació­n?

Hablemos de la derrota del Madrid para oxigenarno­s. O mejor aún, regresemos a Pedri para descontami­narnos de todo este ruido para recordarno­s que el fútbol, a veces, consiste en un chaval jugando en el Camp Nou como si fuera el patio trasero de su casa. Ojalá meternos en su cabeza un rato.

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