La Vanguardia

Pero ¿en qué piso vive?

Un error de localizaci­ón absuelve a Salwa Eid Naser, oro en 400 m en el 2019

- SERGIO HEREDIA

Para el deportista profesiona­l, el Adams debe ser sagrado. El Adams (Anti-doping Administra­tion & Management System) es algo así como la tarjeta de acceso al trabajo. Al entrar en el edificio, hay que fichar. Si no lo haces, tu nombre no aparece en el sistema.

Si un deportista se salta tres controles Adams en un año, eso se considera un positivo. Se paga con dos años fuera de las competicio­nes. La medida es justa: tres faltas son muchas. Como negligenci­a, es grave.

¿Acaso el lector se ve dejando de fichar tres veces en un año? (...)

En octubre del 2019, en los Mundiales de Doha, amanecía un cohete. Salwa Eid Naser (22), bareiní nacida en Nigeria, pequeña y compacta, había firmado 48s14 en los 400 m. Aquel registro era fascinante, el tercero de todos los tiempos, un registro que nos llevaba a los años ochenta, a los tiempos de Marita Koch y Jarmila Kratochvil­ova. Tiempos turbios.

La época de los esteroides y las hormonas masculinas.

De aquel registro, los 48s14 de Naser, se pasaría a la desconfian­za. Y de allí, a la certeza: este verano del 2020, supimos que la bala bareiní se había saltado tres controles Adams, los que correspond­ían al 12 de marzo y el 12 de abril de 2019, y al 24 de enero de este 2020.

Ya lo tenemos, tres fallos en un año: blanco y en botella. Dos temporadas fuera de juego.

Salwa Eid Naser podía perder su título de 2019 y quedaba provisiona­lmente inhabilita­da: si los Juegos de Tokio se hubieran disputado este verano, los hubiese visto por televisión.

Lo que pasa es que la justicia deportiva no lo ve igual.

En estos días, la Unidad de Integridad de World Athletics ha decidido atribuir uno de los fallos –el del 12 de abril– al vampiro que debía efectuar el control en aquella madrugada. Según el juez, el agente había llamado a la puerta equivocada. Y por ese motivo, Salwa Eid Naser ha quedado absuelta (si no hay cambios, y no los habrá, correrá en Tokio 2020, o 2021).

Otra cosa es la línea argumental. Y ahí entramos en el territorio de lo grotesco.

Se supone que Salwa Eid Naser vive en el apartament­o 11 del edificio 954 del bloque 908 de la calle 833 de Riffa, en Bahrein. Allí es donde, se supone también, había llamado el agente Enrique Martínez en aquel 12 de abril.

Lo que pasa es que el 11 que aparecía en aquella puerta de madera no era el número del piso, sino el del trastero. Para acceder al 11 real, el agente debía haber entrado en el rellano y buscar la puerta del apartament­o. Nadie se lo había avisado. Nadie le esperaba.

Quien sí había esperado era él mismo, el agente Martínez: más

LA DIRECCIÓN ERRÓNEA El ‘vampiro’ que debía controlar a Naser en su casa en Bahrein llamaba a la puerta equivocada

de una hora llamando a la puerta equivocada sin que nadie le abriese. Lejos de darse por vencido, el agente había vuelto más tarde e incluso se había ido al estadio nacional de Bahrein, por ver si localizaba a Naser.

En vano.

Así que acabaría firmando: “Ausencia injustific­ada”.

Una falta.

Dado su empeño en encontrar a Naser, la justicia deportiva ha absuelto a ambos. Por esta vez, nadie pagará el pato. Naser continuará compitiend­o y el agente Martínez continuará siguiéndol­e el rastro a hipotético­s tramposos.

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JEWEL SAMAD / AFP Salwa Eid Naser, en los Mundiales de Doha del 2019

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