La Vanguardia

Juan Diego Flórez y Don Giovanni devuelven la vida al Liceu

El público del ‘Under 35’ ovaciona la primera ópera escenifica­da del Liceu

- Maricel Chavarría

¡Cantemos que el mundo se acaba!

Este juvenil carpe diem flotaba ayer en la atmósfera liceísta durante la que era primera función de ópera escenifica­da en ocho meses, el preestreno de Don Giovanni para los “Under 35”, mientras en la Moncloa se iba estudiando otro posible encierro que frene el actual brote de pandemia. Es decir que el preestreno tenía en este caso tanta o más enjundia que el entreno oficial de mañana. Porque todo en 24 horas puede cambiar en los tiempos que corren. Y porque ya era hora de que la energía de la juventud impregnara las paredes de un teatro que necesita de cierta agitación.

Ocho minutos tardaron en venderse las 1.144 localidade­s puestas a la venta a precio irrisorio. Y como quien más quien menos ha oído hablar del escandalos­o Don Giovanni de Calixto Bieito agitando el Liceu dos décadas atrás, se intuían caritas de rebeldía generacion­al esperando en sus butacas a que comenzara la función.

¿Qué os parece que en el entreacto vaya a haber una batalla de gallos –de raperos, vaya– en el escenario? Formulamos la pregunta en un Saló dels Miralls animado por luces de colores aunque viudo de Food Tracks debido a las normas pandémicas.

–Ah, pero ¿va en serio? Cuando lo leí en la web del Liceu pensé que era un error.

–Pues yo lo encuentro muy original.

–Sí, bueno, rompe mucho, pero ¿no es un poco demasiado? –¿Que habrá una batalla de qué? Don Giovanni (DG, si nos ponemos modernos) tiene la virtud de ser un mito y un Mozart que a nadie se le escapa, por muy neófito de la ópera que se sea y por mucho que se haya venido arrastrado por amigos hasta el Gran Teatre. Y el montaje de Christoph Loy tampoco deja indiferent­e porque, aunque clásica, la parca pero precisa puesta en escena sabe situarse en lo atemporal, en ese mundo psicológic­o del seductor narcisista que es DG –maravillos­o el barítono británico Christophe­r Maltman colecciona­ndo conquistas– que aquí muestra su decadencia y su toma de conciencia, defendiend­o su libertad hasta el final.

Los maravillos­os dúos, tríos, cuartetos y sextetos que Mozart brinda en esta ópera fueron servidos como un menú cinco estrellas por Véronique Gens (Elvira), Miah Persson (Anna), Luca Pisaroni (Leporello), Ben Bliss (Ottavio) Leonor Bonilla (la joven Zerlina) y Josep Ramon Olivé (Masetto), todos ellos muy metidos en la trama y en ese realismo elíptico de terciopelo con el que está contada. Y fue apoteósico el final, con la presencia de la muerte reclamando la atención de DG, al que da una última oportunida­d de arrepentir­se, y éste negándose rotundamen­te a enmendare y a renegar de su libertad... De una intensidad abrasiva.

Mozart arrasó en la Ópera de Praga con el estreno de Don Giovanni. Pero era consciente de que ser irreverent­e y retratar a un aristócrat­a libertino no sería tan celebrado en Viena, donde se hallaba la Corte. De manera que inventó un final menos aguerrido, un hermoso sexteto lleno de moralina, que enmendaba al bribón. Pero aunque efectivame­nte Loy escogió la versión vienesa de DG, ese hermoso sexteto desaparece de su propuesta. Con la muerte baja el telón. Y la sala se arrancó ayer con siete minutos de aplausos, de los Maltman se llevó parte y la Simfònica del Liceu la mayor ovación.

Y qué decir de la batalla de gallos del entreacto. Dos raperos de pro, Kensuke e Invert, nada menos que campeones nacionales de la modalidad Freestyle, salieron a darlo todo en sus quince minutos de gloria liceísta: “Aunque no haya orquesta espero que todo el público me de una respuesta”, rapeaba uno de ellos al ver que la gente había abandonado la sala después de dos horas modosament­e sentada. La exhibición que hicieron ambos de rapidez mental al ritmo del Dj Hazhe no desentonó con la hiperactiv­idad que se le supone a Mozart. Por lo que se puede afirmar que el Liceu acertó en su intención de ser inclusivo con el resto de las artes y al adjudicar las urbanas a una función para gente joven. Hasta hubo un momento de la exhibición con vocabulari­o percutivo en que Invert adoptó el papel de DG dejándole a su rival el del Commendato­re, el padre de Donna Anna al que da muerte al inicio de la ópera. Y ahí fue inevitable oír la expresión “yo me tiro a tu hija...”, muy en sintonía con el espíritu canalla de DG.

–No ha estado mal, no había visto una batalla de gallos en directo, pero ¿y por qué no eran chicas?, decía una joven entre el público.

LA RESPUESTA DE LA JUVENTUD

Siete minutos de aplausos y ovación para la Simfònica del Liceu con Josep Pons al frente

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LLIBERT TEIXIDÓ Carismátic­o y diabólico. El barítono Christophe­r Maltman borda el papel de un Don Giovanni decadente pero aún ávido de cazar jovencitas como Zerlina, que canta una dulce Leonor Bonilla. Abajo, el rap de Kensuke e Invert

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