Casado se separa de Vox
Escribíamos ayer sobre las dificultades que tenía Pablo Casado por la moción trampa presentada por Vox y por la estrategia de Pedro Sánchez de aparecer ante la opinión pública como el único antagonista de la proclama de Santiago Abascal. O yo o el caos era la sensación que podía quedarse en el electorado. Pero el líder del PP no se amilanó y aprovechó la oportunidad para romper amarras de forma clara con Vox y ofrecerse como una alternativa real entre la ultraderecha y el Gobierno. No era nada fácil tomar ese camino, teniendo en cuenta los apoyos que le brinda Vox al PP para que pueda gobernar en Madrid, Andalucía o Murcia, pero Casado no podía dejar traslucir la más mínima duda de que era cómplice del discurso de Abascal. Casado necesitaba borrarse de la foto de Colón.
Pero los discursos se los lleva el viento. Ahora el PP debe de demostrar con hechos que su política es constructiva y no tiene nada que ver con el discurso trumpista de Vox. Hace ya varias semanas que las presiones de todo el entorno, desde la Comisión Europea hasta los principales empresarios del país (atentos al discurso que hizo Isidro Fainé en València) pasando por los editoriales de la prensa más responsable, apuntan a la necesidad de un consenso entre Gobierno y oposición en temas esenciales como puede ser la lucha contra la epidemia o la elección de los cargos del Poder Judicial. Sánchez estuvo rápido al quite y, al escuchar la intervención de Casado, se ofreció a retirar el controvertido proyecto de ley de reforma del Poder Judicial. Ahora Casado debería reflexionar sobre si debe llevar hasta el final su bloqueo a la participación de Unidas Podemos en esta negociación. Una cosa es que la formación de Pablo Iglesias ni oliese la fusión de Bankia y La Caixa, y otra muy diferente es que pueda permanecer al margen de una negociación de este tipo, formando parte del Gobierno.
Sería paradójico que una moción de censura de Vox acabase logrando la descongestión de la vida política española y que permitiese una mínima etapa de diálogo entre Gobierno y oposición. Pero no hay que cantar victoria todavía porque este clima puede durar bien poco.