Pedro Almodóvar Cineasta
La voz humana
El director manchego acaba de estrenar el cortometraje La voz humana, basado en la obra teatral homónima de Jean Cocteau y con Tilda Swinton en el papel de una mujer abandonada... pero no sumisa como lo es en el texto original.
Dirección: Pedro Almodóvar Intérpretes: Tilda Swinton Producción: España, 2020. Duración: 30 minutos. Drama
Resulta interesante comparar La voz humana, de Pedro Almodóvar, con Una voce umana, uno de los dos episodios que componían L’amore, de Roberto Rossellini, rodado en 1947. Ambas películas se inspiran en el monólogo teatral escrito en 1930 por Jean Cocteau y describen la conversación telefónica, emocionalmente tensa, que mantiene una mujer con su amante, con quien acaba de romper, y de la que únicamente escuchamos la voz femenina. Interpretada por Anna Magnani, la obra de Rossellini
se desarrollaba en un piso pequeño y humilde, centraba casi todos sus planos en el rostro de la actriz y era de una extraordinaria simplicidad.
La versión de Almodóvar, hablada en inglés, es distinta, por no decir opuesta, en casi todo. Del minimalismo rosselliniano a la opulencia almodovariana. El autor de Todo sobre mi madre ,en efecto, aborda esta breve pieza de cámara como si de Lo que el viento se llevó se tratara y, como si fuera el más preciado de sus largometrajes, recluta a sus habituales talentos mayores del cine español: Alberto Iglesias (música), José Luis Alcaine (fotografía), Teresa Font (montaje), Antxón Gómez (diseño de producción) o Sonia Grande (vestuario). El espacio lo componen un gran plató o escenario y un lujoso apartamento con el mobiliario y el fuerte contraste de colores típicos en Almodóvar. Los planos generales se alternan con los primeros planos, los trávellings, las tomas en picado, los movimientos de cámara circulares… La banda sonora siempre comenta, es un segundo diálogo. El montaje es dinámico, y sutil cuando hace pequeños cortes en el transcurso de la conversación telefónica. El resultado es un brillante y virtuoso ejercicio de cine, de buen cine.
Otra diferencia sustancial con respecto a Rossellini: la composición de la Magnani era desgarradora, trágica hasta la desesperación; Tilda Swinton, magnífica, se desmarca de ese carácter poniendo gotas de humor sardónico, mordaz, que desembocan en un desenlace que sorprendería no ya a Rossellini, sino al propio Cocteau. Es, claro está, una voz humana más moderna, ciento por ciento almodovariana.