La Vanguardia

La recuperaci­ón de un líder

- Fernando Ónega

Fue una batalla a vida o muerte. Entre Casado y Abascal, uno de los dos tenía que morir, porque así lo quiso el líder de Vox al presentar esta moción de censura con la intención de quedarse con el dominio de la derecha. Y así lo quiso el líder del PP, que demostró un impresiona­nte instinto de superviven­cia. Ante el combate planteado, la derecha se jugaba ingresar en la Internacio­nal Trumpista (trumpista de Trump) o situarse en el territorio de los conservado­res europeos. Una contienda de esa dimensión no se dirime sin sangre y la sangre fue de Santiago Abascal.

Se vio desde el principio del discurso de Casado, cuando soltó un sonoro “hasta aquí hemos llegado”. El debate había comenzado con una encuesta de Metroscopi­a que parecía un montaje de Vox: decía que la mitad de los votantes de centro-derecha querían que el PP apoyase la moción de censura. Pero Casado decidió que una encuesta no condiciona su política y que ninguna presión le haría rendirse y quedar como un muñeco de la extrema derecha. Demostró valentía. Tenía todas las de perder porque otros sondeos, empezando por los del CIS, aseguraban que estaba perdiendo votos que emigraban a Vox, pero consiguió dar la vuelta a los estados de opinión.

Hay cuatro formas de medir una contienda política. 1) La reacción dentro del propio partido, y desde su proclamaci­ón como presidente del PP nunca había reunido tantas adhesiones, palpables en el entusiasmo y los aplausos de su bancada. 2) El respeto de las demás fuerzas políticas, visible en la oferta de Sánchez de parar el reloj para negociar el Consejo del Poder Judicial y en los comentario­s de pasillo. 3) El eco en los medios informativ­os, y fue radicalmen­te favorable desde el minuto siguiente al final de su discurso. Y 4) Los efectos en la opinión pública. Eso es lo más incierto, porque Abascal recogió la irritación ciudadana y usó los términos de la calle y tardaremos en saber si afianzó un populismo de derechas. Seguir el discurso de Trump tiene riesgos, España no es

Estados Unidos, pero Trump todavía puede ganar.

Más allá de la victoria personal, lo cierto es que se ha producido un cisma en lo que se llama “la foto de

Si el PP quiere el centro, debe defenderlo; y si va a ser dura oposición, debe estar listo para el asedio de Sánchez desde la Moncloa

Colón”. Casado y Arrimadas rompieron esa foto. A Vox le queda la capacidad de chantaje con los gobiernos de Madrid, Andalucía y Murcia, que se pudieron formar gracias a su apoyo. De los escaños de Vox en las tres comunidade­s depende ahora que, además, puedan gobernar. De alguna forma tendrán que entenderse. Y al PP le queda el gran reto de la oposición: ser creíble como alternativ­a, que hasta ahora no lo ha sido. La sombra que hasta ayer tenía Casado sobre su cabeza era la dificultad de entender cómo no crecía en intención de voto ante un gobierno metido en todas las crisis y sin especial habilidad para superarlas. Ahora, por lo menos, Casado gana credibilid­ad porque hizo un gran discurso. Pero cuidado: si se ha situado en el centro, tiene que defenderlo frente a Arrimadas. Si va a ser la oposición rigurosa y dura que ayer apuntó, tiene que disponerse a recibir el asedio de Sánchez y su formidable aparato de poder.

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