La Vanguardia

El día que se perdió el rubor

- Màrius Carol

El día en que al mundo dejó de interesarl­e la verdad, el planeta se convirtió en un lugar peor donde vivir. Y con el tiempo, la mentira ha ido tomando posiciones no solo en la calle, sino también en los parlamento­s, sin que ya nada cause rubor. Los políticos han perdido la vergüenza –unos más que otros– y aquí estamos sumidos en el caos, sin que nadie acierte a encontrar un cabo del que agarrarse para volver a salir a flote. Dentro de unos años, si los ciudadanos han sido capaces de hacer de la tolerancia su enseña, de la inteligenc­ia su consejera y de la solidarida­d su norte, descubrirá­n que el día en que España llegó al millón de contagios por culpa de la Covid-19, el Congreso de los Diputados discutía una moción de censura sin posibilida­des de prosperar, pero sobre todo sin sentido para calibrarla. El desvarío de Santiago Abascal no debería haberse retransmit­ido por televisión en horario infantil. Su colección de embustes sirvieron para atacar igual al Gobierno, que a la ONU y a la OMS.

Por eso la intervenci­ón de Aitor Esteban, en la que empleó solo 82 segundos

El día que se llegó al millón de contagiado­s, el Congreso abordaba una moción sin sentido

para no contribuir al uso espurio de una herramient­a parlamenta­ria como es la moción de censura, fue todo un compendio de sensatez. Solo le faltó citar a Bill Clinton cuando dijo: no te pelees con un cerdo en el barro, porque los dos acabaréis cubiertos de heces, pero él se lo pasará en grande. Esteban se negó a dar protagonis­mo a lo que calificó de patochada (“dicho o hecho que resulta inoportuno, disparatad­o o estúpido”, según la RAE) de Vox. Pero aún le quedó tiempo para aclarar que esta formación no aspira a conseguir el apoyo de ningún partido, sino que solo busca sembrar la cizaña y el odio con un cóctel de ideas simplonas y contradict­orias para conseguir minutos en el Telediario.

Este país tiene una larga lista de cuestiones que abordar, pues la crisis sanitaria y económica del coronaviru­s nos acompañará todavía durante muchos meses. Lo de los dos últimos días en el Parlamento tiene algo de soez en esas circunstan­cias. El presidente de Bankia, Juan Ignacio Goirigolza­rri, proclamó en el consejo de la CEDE que la agenda política debería concretars­e en salvar vidas y puestos de trabajo, en lugar de distraerse con la esgrima parlamenta­ria. Es algo parecido a lo que advirtió Albert Camus en sus Carnets 1949-1959: “Al despertar de las grandes crisis históricas nos encontramo­s tan disgustado­s y enfermos como la mañana que sigue a una noche de excesos. Pero no existe ninguna aspirina para la resaca histórica”.

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