Casado rompe la foto de Colón
Pablo Casado se erigió ayer, contra pronóstico, como el protagonista del debate de la moción de censura. La moción la había presentado Vox contra el Gobierno presidido por Pedro Sánchez, no con el propósito de tumbarlo, puesto que carecía de apoyos para ello, pero sí con el de hacer ruido y ganar visibilidad en su lucha con el PP por la hegemonía de la derecha. Sin embargo, el líder de los populares sorprendió al ultraderechista –“me ha dejado perplejo”, admitió Abascal– con un durísimo discurso, en el que anunció que los suyos votarían no a la moción y aprovechó para distanciarse de Vox y regresar al centro. “No a la ruptura que usted busca y no a la polarización que necesita. No a la España de guantazos, en blanco y negro, de trincheras, de la ira y el miedo... Hasta aquí hemos llegado”. La foto de Colón (febrero del 2019), prueba gráfica de la complicidad de los líderes del PP, Ciudadanos y Vox, perdió ayer su variedad cromática y viró al color sepia.
El tiempo dirá si además quedó rasgada y rota. Pero, por si no estuviera claro su mensaje político, Casado lo aderezó con alusiones personales a Abascal: “Ha presentado moción de censura contra el partido que le ha dado trabajo quince años... Usted ya tenía cargo público cuando yo iba al colegio”.
Es cierto, como apuntábamos más arriba, que la moción se planteó formalmente contra el Gobierno del PSOE y UP. Pero no se equivocaba Casado al decir que su objetivo político real era el PP, al que desafió y colocó en incómoda posición. Quizás eso explique la agresividad de Casado con Abascal. Eso, y el sonsonete de “derechita cobarde” con el que los de Vox han machacado al PP, empujándolo hacia su extremo. “Dos años llevamos aguantando sus insultos”, le recriminó Casado.
Tras estos dos años, tras el discurso del líder conservador, el PP vuelve a postularse como “la alternativa serena, sensata, moderada, responsable y proeuropea”. Eso fue al menos lo que aseguró Casado. Y esperamos que lo siga demostrando en adelante, no ya con discursos, sino con hechos y sin renuncios. Sus recientes vaivenes invitan a la incredulidad. Pero su vehemencia de ayer le compromete.
El cambio de rumbo de Casado tendrá sus efectos. No ya en las alianzas del PP con Vox, que ayer parecían a salvo, allí donde gobiernan. Pero quizá sí en sus relaciones con el Gobierno, que ayer, reforzado por el fiasco de Vox, parecía dispuesto a hacer un gesto y retirar su proyecto unilateral de reforma del CGPJ. Veremos si los tiene para Vox, que no sumó ni un voto y quedó aislado.
Al final del discurso de Casado, los suyos le dedicaron un largo aplauso y gritos de “presidente, presidente”. Con sólo 88 diputados, dista de serlo. Pero es de justicia reconocerle que ayer se comportó como un estadista que apuesta por el liberalismo reformista y abjura del populismo antipluralista.
El líder del PP sorprendió al de Vox con un discurso centrista que abjuró de los populismos antipluralistas