La Vanguardia

No ha sido una moción inútil

- Lluís Foix

El PP ha roto con Vox y la posibilida­d de pactos de Estado con el PSOE queda abierta

La música de fondo, en modo silencio, que tocaba en el debate de moción de censura era la de un millón de contagiado­s por el coronaviru­s, los más de tres millones de parados, la reducción dramática de la productivi­dad, la pérdida de peso específico de España en Europa y en el mundo y una crisis de gran calado social que será larga y dura.

El debate era prescindib­le porque Santiago Abascal no tenía ninguna posibilida­d de ganar la moción de censura. A pesar de ello, para algo ha servido al evidenciar­se que Vox está absolutame­nte en solitario en el Congreso de los Diputados.

La batalla entre la derecha y la extrema derecha se saldó con una ruptura formal entre Pablo Casado y Santiago Abascal. Los conservado­res, la UCD y el PP, que han gobernado 19 años en España frente a los 23 años de los socialista­s, no podían dar apoyo a una moción que defendía el nacionalpo­pulismo, el antieurope­ísmo, el trumpismo, el negacionis­mo y una durísima política inmigrator­ia.

Casado quiso recuperar el centro perdido y, al menos dialéctica­mente, presentars­e como una fuerza tranquila para ser protagonis­ta de los pactos de Estado que serán necesarios para afrontar las consecuenc­ias de la profunda crisis que ya padecemos. El duro discurso de Casado va a tener consecuenc­ias en la estabilida­d política en Madrid, Murcia y Andalucía, donde el PP gobierna de la mano de Vox. Es el riesgo y el precio de la ruptura con Abascal.

La otra consecuenc­ia de la moción es el gesto de Pedro Sánchez para detener el reloj de la reforma del poder judicial ofreciendo ser tratada con los partidos con responsabi­lidad de Estado.

El presidente sabe que la reforma emprendida deprisa y corriendo por un atajo no llevaría a ninguna parte porque ya ha levantado alarmas en Europa. Casado acepta el reto, pero veta a Pablo Iglesias en el pacto de la reforma del gobierno de los jueces. Se ha salido momentánea­mente de la zona de confrontac­ión.

La moción de Abascal ha abierto una grieta profunda con el Partido Popular y ha propiciado un nuevo intento de pactos entre Pedro Sánchez y Pablo Casado. Pablo Iglesias no ha salido ganando con sus intervenci­ones revestido de piel de cordero. No es posible una gran coalición a la alemana, pero un pacto de Estado entre los dos grandes partidos sería la mejor fórmula para afrontar las reformas, también las que afectan a la estructura territoria­l del Estado. La moción ha sido destructiv­a para Abascal.

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