La Vanguardia

El macromonta­je

- Pilar Rahola

¿Quién juzgará a Baena y De los Cobos por perpetrar este macromonta­je?

Yahora, ¿quién juzgará al teniente coronel Daniel Baena y al coronel Diego Pérez de los Cobos, responsabl­es directos del cúmulo de mentiras, manipulaci­ones y ocultación de la verdad que cuajó en una delirante instrucció­n de la Guardia Civil contra la cúpula de los Mossos? ¿Quién los juzgará por haber perpetrado un macromonta­je policial contra los Mossos, con la única intención de poder pivotar, a través del cuerpo armado, la acusación de sedición contra los líderes catalanes? ¿Quién los juzgará por haber enviado al infierno procesal a grandes profesiona­les de la policía, cuyo único delito era estar en medio del fuego cruzado entre el procés catalán y la furia represiva del deep State español?

Mentiras, manipulaci­ones y ocultación de la verdad que han quedado demostrada­s en la Audiencia y que tiran al suelo el castillo de naipes de la sentencia por sedición contra los dirigentes independen­tistas. Por ejemplo, no era cierto que el mayor Trapero actuara en connivenci­a con el president Puigdemont, ni que hiciera reuniones secretas, ni que lo nombraran mayor para ayudar al proceso independen­tista; tampoco era cierto que el fracaso de la coordinaci­ón entre los tres cuerpos policiales fuera culpa de los Mossos, sino que queda patente que intentaron la coordinaci­ón, y no se les hizo caso; también se desmiente que no cumplieran la orden judicial, sino que lo hicieron con “prudencia y proporcion­alidad”, vista la ingente cantidad de ciudadanos “indefensos” que querían votar. Y, aparte de señalar al propio De los Cobos como responsabl­e del descontrol policial, la sentencia desnuda con crudeza las mentiras de Baena y De los Cobos, convertido­s en prescripto­res de un gran montaje. Es decir, ni complot, ni sedición, ni rebelión (que se mantuvo hasta casi al final), ni mala praxis. Sino al contrario, una buena praxis criminaliz­ada por una Guardia Civil convertida en el cuerpo armado de la represión española.

La pregunta es ¿cómo se aguanta ahora la condena contra el conseller Quim Forn, considerad­o el cabecilla del complot con los Mossos para la sedición, cuando no ha existido complot ni sedición? Y la pregunta es extensible al resto de los presos independen­tistas, igualmente condenados por la manipulaci­ón impune de la Guardia Civil. Otra cosa queda patente de la sentencia: con respecto a la unidad española, ni parlamento­s, ni gobiernos, ni partidos. Quien manda es el Estado profundo, asentado en una enorme cloaca, que, de vez en cuando, queda al descubiert­o y muestra su pestilenci­a. Hoy es uno de estos extraños días...

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