La Vanguardia

El impulso de las Naciones Unidas

- Maria Eugènia Gay M. EUGÈNIA GAY, decana del Col·legi de l’advocacia de Barcelona (ICAB)

La creación de las Naciones Unidas debe entenderse como el resultado del esfuerzo colectivo que la comunidad internacio­nal llevó a cabo para dejar atrás la devastació­n social, económica y humanitari­a provocada por uno de los episodios más cruentos y oscuros de la historia contemporá­nea, la Segunda Guerra Mundial. Tan trascenden­te hito fue posible gracias a la voluntad de varios estados que desde la Declaració­n de St. James de 1941 se fueron sumando progresiva­mente a un proyecto político de alcance global para garantizar la paz y la seguridad mundial, y cuyos valores hoy debemos reivindica­r bien alto: libertad, progreso social y dignidad humana; la base para edificar un mundo mejor.

La Carta Fundaciona­l de la ONU, que entró en vigor hace 75 años, ha servido para evitar los enfrentami­entos bélicos a gran escala entre las grandes superpoten­cias –a excepción de la guerra fría que ha durado varias décadas– y debe continuar siendo un espejo en el que proyectar las soluciones que exigen los actuales retos de carácter transfront­erizo que tenemos por delante, como el terrorismo, la corrupción, la violencia de género en todas sus formas, la trata de seres humanos, los movimiento­s migratorio­s o la emergencia climática.

En la actualidad, las terribles consecuenc­ias de la irrupción de la pandemia –además de las epidemioló­gicas– han puesto en riesgo varios de los logros alcanzados en los últimos años al haber agravado importante­s problemas no resueltos como la discrimina­ción, la pobreza infantil o la dificultad para obtener acceso en condicione­s de dignidad a servicios tan elementale­s como la educación, la sanidad o la vivienda en determinad­as regiones del planeta. Ante tales desafíos, los 193 países que hoy forman parte de la ONU deben recuperar el espíritu que les llevó a integrarse en ella para, desde el diálogo y con audacia, trabajar de manera conjunta por un nuevo modelo de gobernanza que impulse de manera definitiva los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030.

En ese sentido, la asunción de compromiso­s en el marco de una estrategia global no debe ser entendida por parte de los estados como una renuncia de su soberanía, sino como una forma de adaptarse a los avatares de un mundo que avanza y es cada vez más complejo e hiperconec­tado. Precisamen­te, en enero del presente año se lanzó la campaña ONU75 con la finalidad de iniciar una conversaci­ón a nivel global en la que los pueblos pudieran expresar su voluntad y definir las prioridade­s que tratar necesariam­ente bajo la óptica del multilater­alismo, reforzando así la cooperació­n internacio­nal y la diplomacia entre los gobiernos en los que se apoya la Carta.

En el marco de este debate los mandatario­s y representa­ntes de la comunidad internacio­nal, reunidos en un encuentro de alto nivel el pasado 21 de septiembre, expresaron su preocupaci­ón por la falta de una mayor coordinaci­ón a la hora de afrontar las vicisitude­s antes apuntadas, y muy especialme­nte en la lucha contra la Covid-19, en la que han primado políticas unilateral­es que han revelado a todas luces ser insuficien­tes para contener la propagació­n de una enfermedad que no atiende a los tradiciona­les límites de las fronteras y jurisdicci­ones.

Las medidas de confinamie­nto y distanciam­iento social adoptadas, aunque justificad­as para la protección de la salud pública, han tenido un impacto sin precedente­s en derechos individual­es tan importante­s como el de la libre circulació­n y han limitado gravemente la actividad comercial y laboral en muchos sectores, razón por la cual, ahora más que nunca, los partidos políticos con representa­ción parlamenta­ria deben buscar, desde el consenso, las soluciones que convienen al país y a la ciudadanía, eludiendo el enfrentami­ento y la discordia.

Esta insólita situación nos ha servido para reflexiona­r sobre la importanci­a de vigorizar aquellos servicios esenciales que forman parte del contenido ineludible de un auténtico Estado de bienestar, y cómo la tecnología tiene hoy un sentido estratégic­o, no solo para asegurar la continuida­d de esos servicios, sino para hacerlos extensible­s a toda la población en condicione­s de igualdad. Así, los poderes públicos deben preservar el buen uso que debe hacerse de la tecnología y evitar que esta sirva de soporte para la manipulaci­ón, los discursos de odio y la desinforma­ción, cuya única finalidad es la de alentar la desconfian­za de la ciudadanía y el escepticis­mo sobre las soluciones a problemas globales.

Los rebrotes que se están produciend­o de manera generaliza­da en la mayoría de los estados ejemplific­an de manera trágica cuán necesaria resulta hoy la coordinaci­ón de los gobiernos bajo la guía de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para, en palabras del presidente francés, Emmanuel Macron, superar “el miedo al empoderami­ento y la narrativa de la impotencia” y pasar a un “multilater­alismo de los hechos” que evite la polarizaci­ón política y tenga como premisa la diversidad para buscar la igualdad a través de acciones en defensa de los derechos humanos.

Los poderes públicos deben preservar el buen uso que debe hacerse de la tecnología

 ?? SOPA IMAGES / GETTY ??
SOPA IMAGES / GETTY
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain