Aquí no se descarta ni un alzamiento militar

Por si la realidad no fuese lo bastante adversa, el ilustre gremio del periodismo y la vapuleada clase política nos hemos conchabado para dar el Halloween a la ciudadanía (o sea: el pueblo, la gente, la peña, los pringaos).

–¿Descarta el Gobierno que mañana llegue el fin del mundo?

–No descartamos nada, todas las hipótesis están sobre la mesa.

El hambre y las ganas de comer. El periodista persigue, claro, un titular, y el dirigente, no meterse en charcos y, sobre todo, trasmitir dominio del panorama.

–¿Descarta el señor ministro que le toque la lotería de Navidad?

–Aunque no juego un décimo, tampoco estoy en condiciones de descartarlo porque mi primo Ambrosio nos regala un décimo de su pueblo, Wamba, el único de España, por cierto, que empieza con W aunque más que pueblo es villorrio. –Gracias, ministro. Ya tenemos titular: “Cea Bermúdez no descarta que le toque el gordo y haga un corte de mangas”.

A base de no descartar nada, prevenir mucho y curar poco, la comunicación de la pandemia se está convirtiendo en un funeral de tercera. Todas las predicciones, proyecciones e hipótesis superan la realidad, ya de por sí bastante desalentadora. La economía es también un estado de ánimo. Y las depresiones no digamos...

La fórmula “aquí no se descarta nada” eleva a realidad algo que puede suceder o no suceder. Por esta regla de tres, ni siquiera un alzamiento militar podría ser descartado.

Yo no veo al ejército alzándose ni que el gordo dé en el mapa con Wamba, pero si me apuran a preguntas, tampoco lo negaría, no sea que luego suceda y las redes se mofen de uno, el retratado.

Cuando los periodistas preguntamos sobre si es descartable esto o aquello, no buscamos información, sino opinión, aquella que mejor confirme nuestros prejuicios y refuerce nuestras intuiciones.

La pregunta está de moda y uno echa de menos que alguien con autoridad se atreva a descartar cosas remotas, hipotéticas y alarmistas que amargan la vida y unas veces se cumplen y muchas no.

No descartar beneficia, finalmente, las teorías de la conspiración porque

blanquea a quienes pronostican y no descartan el fin del mundo, el hundimiento de las democracias, la maldad de las vacunas o el de aquí cien años, todos calvos.

Así que no descarte que este sea un buen fin de semana.

A base de no descartar nada, la comunicación de la pandemia parece un funeral de tercera