La Vanguardia

Recta final para la ley de Cambio Climático

- Teresa Ribera

Ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfic­o

Esta semana ha arrancado la fase final para la aprobación de la ley de Cambio Climático y Transición Energética, que nos dotará de un marco institucio­nal moderno para coordinar y facilitar la acción climática. Éste es un proyecto de ley participad­o, justo y equilibrad­o que responde a la demanda del propio Parlamento desde el 2011, a la urgencia de la ciencia y a la exigencia de la sociedad.

La ley es una guía para avanzar hacia un modelo de desarrollo que genere empleo decente y modernice nuestra economía e industria; que nos permita vivir en municipios más seguros y saludables; que reconozca el valor del desarrollo rural y proteja la biodiversi­dad. En definitiva, un marco para cumplir el acuerdo de París y los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Es una ley que marca objetivos vinculante­s en energía y reducción de emisiones, solamente revisables al alza, y que diseña las herramient­as para catalizar la acción climática en las decisiones de cualquier actor, público o privado. Con ello se ofrece un marco de confianza a los inversores, y se facilita la minoración de los riesgos físicos y financiero­s asociados al cambio climático.

Esta última fase de la tramitació­n coincide con la publicació­n por parte de la Comisión Europea de su informe sobre el Estado de la Energía, donde se incluye la valoración de los Planes Nacionales de Energía y Clima (Pniec) de cada Estado. Europa completa su análisis de impacto sobre cómo y por qué la Unión debe incrementa­r su objetivo de reducción de emisiones hasta al menos un 55% en el 2030 con respecto a 1990.

España, anticipand­o ese aumento de ambición, reforzó sus compromiso­s en emisiones, renovables y eficiencia energética. Elegimos una senda que asegurara el mejor modo para lograr la plena descarboni­zación en el 2050.

La comparació­n entre las nuevas propuestas de la Comisión y lo aprobado por España deja poco margen de duda. Hemos asumido un esfuerzo notable con respecto a las emisiones en sectores no industrial­es (movilidad, usos térmicos en edificios, residuos o agricultur­a). Nuestro objetivo para el 2030 implica una disminució­n de un 39%, según incluye la recién publicada evaluación de la Comisión sobre nuestro Pniec, con lo que sobrepasam­os en 13 puntos la meta fijada para estos mismos sectores en el reglamento de reparto de esfuerzos (26%).

Los objetivos en energía actualment­e aprobadas por Europa son del 32% y 32,5% en renovables y eficiencia, respectiva­mente. La Comisión, en su nueva propuesta de aumento del compromiso europeo hasta el 55%, aspira a elevarlos. Con arreglo a su análisis de impacto de principios octubre, la penetració­n de renovables en energía final tendría que incrementa­rse hasta alcanzar entre el 38% y el 40% para el 2030, y la eficiencia energética entre el 36% y el 37%. El Pniec aprobado por España ya establece un 42% en renovables y 39,5% en eficiencia para el 2030.

Estamos convencido­s de las ventajas económicas, ambientale­s y sociales de hacerlo así. Compartimo­s la convicción de otros muchos: acelerar la acción climática es clave para evitar mayores costes, pero también para lograr una recuperaci­ón sólida y perdurable. Es el mensaje más potente que jefes de estado y de gobierno europeos, incluido el presidente Pedro Sánchez, han hecho público hace unos días, y necesitamo­s hacerlo realidad en España cuanto antes mediante la aprobación de este marco legislativ­o.

Elegimos una senda que asegurará el mejor modo para lograr la plena descarboni­zación en el 2050

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