“¿Que en los pueblos nunca pasa nada? ¡Mentira!”
Mathias Enard analiza los desafíos de la nueva ruralidad
Mathias Enard responde a las preguntas desde un pueblecito, al oeste de Francia, a solo diez minutos de las marismas y los pantanos que le han inspirado para su última novela: El banquete anual de la Cofradía de Sepultureros (Literatura Random House), en su versión catalana El banquet anual de la Confraria d’enterramorts (Empúries).
En ella narra las vicisitudes de un antropólogo que deja París para instalarse en un pueblo remoto y acabar su tesis doctoral, de cariz etnológico, sobre “los desafíos de la ruralidad”. “Me fui de mi pueblo con 18 años, aprendí árabe, persa, descubrí a los 20 la guerra del Líbano, el Mediterráneo, Yugoslavia, los emigrantes… Pero sabía que un día regresaría, literariamente, a esa zona de Francia donde crecí”.
Durante un año el protagonista, David Mazón, de 28 años, reside en ese pueblo de apenas 600 habitantes. Desde Pensamiento salvaje, la casa donde vive, analiza a sus vecinos y a veces no los entiende.
“Parece que en los pueblos no ocurre nada, gran error, ¡mentira! ¡Pasa de todo!”. La novela se construye con sentido del humor y algo de siniestro (“me documenté en crímenes rurales del siglo XVIII”). Incide en el efecto mariposa, la rueda de la vida (“todos habremos sido un día pájaros o jabalís”) y, de fondo, “ese microcosmos de los pequeños pueblos que te obliga a tener otra relación con la naturaleza”.
Mathias Enard (Niort, 1972), de padre vasco y madre nacida en Niza, el autor que ganó el premio Goncourt en el año 2015 con su obra Brújula garantiza a sus lectores el humor y la erudición. “De hecho, es mi novela más divertida”. Hay tradición de chistes sobre la muerte, humor a lo Buster Keaton, ironía sarcástica sobre textos universitarios…
“Incluso en El banquete, de Platón, había humor. Todo aquello salió de una borrachera”, explica mientras bromea con el símbolo del forastero que llega al pueblo.
Para elaborar su tesis el protagonista se propone entrevistar a todos los pintorescos lugareños que frecuentan el café-colmado. Como Martial, el alcalde enterrador, anfitrión del tradicional banquete de los miembros de la Cofradía de Sepultureros.
“¿Qué es hoy vivir en el campo? David no se da cuenta de la profundidad histórica de los pueblos”.
Mathias Enard busca trasladarnos que no somos más que ciclos que se abren y cierran. “Todos nuestros destinos están vinculados. La historia es una sola, la del planeta, así lo ven los budistas. Uno se puede reencarnar un día en ese jabalí que había en el patio de una casa de Vallvidrera…”
Y una vez metidos en un festín pantagruélico, con vinos y manjares (“a mí no me gusta el queso, pero…”) la Muerte les concede tres días de tregua. Es la fiesta donde celebran la continuidad de su gremio. El resto del año, la Parca hace lo que quiere.
“Uno igual se reencarna un día en el jabalí que pasea por el patio de esa casa de Vallvidrera”