Gastar, gastar y gastar
Pedro Sánchez convoca hoy un Consejo de Ministros extraordinario para declarar el estado de alarma en uno de los momentos más críticos que vive España tanto por la emergencia sanitaria como por la crisis económica. La crisis política parece que se puede enderezar con dos buenas noticias de esta misma semana: el acercamiento entre Gobierno y oposición para pactar la carpeta judicial y el acuerdo de la reforma de pensiones en el Congreso.
Pero la amenaza económica es terrible. Los números que presenta España no resisten comparación por negativos. Y, en este contexto, hasta ahora, España es el país que menos dinero público se ha gastado para combatir las consecuencias del coronavirus entre los países más avanzados. Los datos que aporta el FMI son muy claros y no admiten discusión. En un momento en que Bruselas ha sustituido el clásico verbo ahorrar por el nada habitual de gastar, parece que el Gobierno de España sigue anclado en la etapa de la austeridad que marcó durante tanto tiempo la política económica europea.
Sin embargo, la supresión del techo de gasto, que ya ha sido validada en el Congreso, deja vía libre al Gobierno para poder hacer los presupuestos más expansivos de la historia. El Ejecutivo está aún a tiempo de reorientar su estrategia económica como han hecho otros países de nuestro entorno, como Francia que, sin ir más lejos, ha invertido en ayudas públicas el doble que España.
El gran temor existente en el mundo económico es como se van a distribuir las ayudas europeas. De los 140.000 millones de los fondos que corresponderían a España en los próximos años, una mitad son para subvenciones y la otra son para préstamos. Y por temor a aumentar el endeudamiento, el Gobierno podría renunciar a los préstamos y limitarse a los otros programas de ayuda. La ministra de Economía, Nadia Calviño, lo negó rotundamente esta semana, pero también dejó claro que la prioridad eran las transferencias directas. Estaría bien una clarificación más explícita del Gobierno. Es evidente que España está endeudada pero la crisis va a ser mucho peor de lo previsto inicialmente y no se puede renunciar a los créditos. Ahora toca gastar, gastar y gastar para levantar la maltrecha economía.