Tres heridos en un atentado contra un cónsul francés en Arabia Saudí
Diplomáticos europeos conmemoraban el armisticio en un cementerio cristiano
Una explosión cortó en seco el discurso del cónsul de Francia, ayer al mediodía en el cementerio cristiano de Yida. Las coronas destinadas al Soldado Desconocido quedaron desparramadas por el suelo, mientras el personal consular de cinco países occidentales corría hacia la salida y el coche oficial. Un empleado griego, otro británico y un policía saudí cayeron con heridas leves.
Reino Unido, Italia Grecia y Estados Unidos, también representados en el pequeño acto de conmemoración del fin de la Primera Guerra Mundial, se unieron a Francia en la condena del “cobarde atentado”. París atribuye este a una bomba, seguramente adosada al exterior del muro del cementerio, más discreto que el propio despliegue de seguridad.
Al principio se barajó que fuera una granada arrojada desde fuera, pero esto haría inexplicable la ausencia de detenciones.
Se trata del segundo susto en menos de dos semanas para la comunidad francesa en la metrópolis saudí del mar Rojo. El mismo día de las decapitaciones en una iglesia de Niza, un hombre se abalanzó con un cuchillo sobre el vigilante del consulado galo en Yida. Arreciaba entonces la polémica por las caricaturas de Mahoma y la defensa acérrima de la libertad de enseñanza por parte del presidente Macron.
Aunque Francia no era necesariamente el único objetivo de la explosión, el día del Armisticio es especialmente señalado –además de festivo– para aquel país. Además, mañana se cumplen cinco años de los sangrientos atentados múltiples en la sala Bataclan y otros escenarios de París.
Refuerza esta impresión que el Ministerio de Exteriores francés haya hecho un llamamiento a la cautela de sus ciudadanos en determinados países, como Emiratos Árabes Unidos.
Por otro lado, no ha habido que lamentar desperfectos importantes en el cementerio cristiano de Yida. Éste suma casi cinco siglos, desde que los portugueses fracasaron en su intento de tomar la ciudad, clave en el comercio de las especias. Se encuentra en las afueras de Al Balad, el núcleo histórico de la capital comercial de Arabia. No obstante, su uso es mínimo –en un país en el que la única religión autorizada es el islam– y su mantenimiento corre a cargo de legaciones occidentales.
Al tratarse de un cementerio no musulmán –o tal vez por motivos de seguridad– ni siquiera está señalizado, además de quedar oculto por una tupida hilera de árboles y sus propios muros. No lejos de allí estaba la tumba que la devoción popular atribuía a Eva y que el rigorismo saudí hizo derribar, hace noventa años, y tapar con hormigón, hace aún menos.
Yida es una ciudad relativamente abierta en comparación con otras del reino, como la misma capital, Riad, y no digamos La Meca, vetada a los no musulmanes, aunque no siempre fue así.
Cabe recordar que el 11 de noviembre de 1918 se certificó la derrota, en esta parte del mundo, del imperio otomano. Ésta arrancó Arabia y sus recursos de las manos de Estambul para colocarlos en la órbita británica. Las maquinaciones de Lawrence de Arabia aún causan resentimiento en Turquía. Aunque uno de los contados inquilinos del camposanto sea, precisamente, un vicecónsul británico, que fue tiroteado por un príncipe saudí.
Uno de los vecinos insignes de Yida fue el periodista Jamal Khashoggi, luego descuartizado en Estambul. Aunque Osama bin Laden también estudió allí y su madre atribuía su mala carrera a sus malas compañías universitarias.
La actual tensión geopolítica entre Turquía y Francia se ha visto redoblada, o reconducida, hacia el terreno religioso. Resbaladizo para muchos, pero buscado por el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, que no ha desaprovechado la oportunidad de explotar la polémica de las caricaturas para ganar puntos entre los musulmanes de todo el mundo más predispuestos al agravio.
Una guerra cultural que sigue ahora a cuenta de la anunciada visita
La explosión es el segundo atentado en dos semanas contra intereses franceses en la ciudad del mar Rojo
Francia celebró ayer con tensión el día del recuerdo y mañana hará cinco años de la matanza del Bataclan
del secretario de Estado de EE.UU. al patriarca de Constantinopla, a los pocos meses de la conversión de Santa Sofía en mezquita. Mike Pompeo quiere discutir de “libertad de culto” y en Ankara le han replicado “que se deje de religión” y “que se preocupe del problema racial y la islamofobia en su país”.