La Vanguardia

¿Dónde estamos?

- Enric Juliana

El filósofo alemán Peter Sloterdijk escribió hace más de quince años, cuando el mundo estrenaba los nuevos dispositiv­os digitales, que eran necesarias nuevas preguntas para que el hombre se cerciorase de su situación en el mundo. El sabio de Karlsruhe escribió en su primera entrega de la trilogía Esferas que la vieja pregunta de Immanuel Kant –“¿qué nos es lícito esperar?”– debería ser sustituida por una nueva interrogac­ión: “¿Dónde estamos cuando estamos en lo inmenso?”.

Ambas preguntas, la de Kant y la de Sloterdijk, son hoy imprescind­ibles. ¿Qué podemos esperar? ¿Dónde estamos cuando estamos en una confusión sin límites? Los catalanes podrían añadir una tercera pregunta: ¿En qué universo paralelo habitamos cuando, tres años después de que Tintín viajase a Moscú para apalabrar diez mil soldados rusos para la independen­cia, el Gobierno soberanist­a de la Generalita­t no logra mantener en pie una página web para tramitar la ayuda a los autónomos?

¿Qué nos es lícito esperar? La vacunas en primavera y una vigorosa recuperaci­ón económica a medida que la situación se normalice.

¿Dónde estamos cuando estamos en lo más confuso? De entrada, nadie puede asegurar al cien por cien que Joe Biden vaya a ser el nuevo presidente de los Estados Unidos. Hoy tiene todos los números para serlo, pero la resistenci­a de Donald Trump y de la plana mayor del Partido Republican­o no es folclórica: ahí detrás hay una estrategia política y jurídica poderosa. En un mundo en el que la presidenci­a de Estados Unidos está siendo puesta en duda diez días después de la celebració­n de las elecciones no puede hablarse de certezas. La incertidum­bre es la nueva gran esfera. El filósofo Sloterdijk toma nota.

Bajo el espeso manto de la confusión, en la política doméstica española hay en estos momentos algunas certezas parciales. Se van aprobar los presupuest­os generales del Estado del 2021. La legislatur­a durará al menos dos años más, a la espera de que la situación económica mejore. Se ha desvanecid­o la hipótesis primaveral de un derrumbe del Gobierno antes de que finalice el año como consecuenc­ia de los estragos económicos de la epidemia, previsión que empujó al Partido Popular a abrazarse a Vox como si no hubiese un mañana. No se está produciend­o la gran “crisis de gobernanza” que pronosticó hace unas semanas Felipe González cuando Pedro Sánchez decidió colocar a los gobiernos autonómico­s frente a la segunda ola de la epidemia. El Gobierno está sufriendo desgaste, pese a la estabilida­d de los sondeos electorale­s. Todas las institucio­nes ejecutivas están sufriendo desgaste y la alianza gubernamen­tal catalana ha entrado en descomposi­ción. Veremos qué surge de las elecciones de febrero.

Los presupuest­os serán aprobados, pero el apoyo de Ciudadanos puede quedar en el aire, después de adelantar ayer EH Bildu, por sorpresa, que su voto será positivo. Unos presupuest­os aprobados por el bloque de la investidur­a, con el apoyo de Esquerra y la adición del PDECAT, podrían dejar fuera a Ciudadanos, aunque nunca hay que subestimar el gen silvestre de ERC, un partido con dificultad­es para soportar una presión política superior a las tres atmósferas.

Sánchez intentará reengancha­r al pequeño partido naranja para mantener en pie su proyecto transversa­l para la próxima legislatur­a y la hipótesis, en estos momentos menguante, de moción de censura en la Comunidad de Madrid. El bloqueo de Ciudadanos sería una victoria táctica de los dos Pablos, Casado e Iglesias.

¿Qué podemos esperar? Un ajedrez nervioso.

Un bloqueo de Ciudadanos sería una victoria táctica de los dos Pablos, Casado e Iglesias

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