La Vanguardia

La dirección de Cs lidia en Catalunya con el malestar interno de cara al 14-F

- JULIO HURTADO

Hace ahora un año, el naufragio de Albert Rivera llevó a Inés Arrimadas a emular a Francisco Pizarro y trazar una raya en la arena ante sus seguidores: “Por este lado se va a Panamá, a ser pobres, por este otro al Perú, a ser ricos; escoja el que fuere buen castellano lo que más bien le estuviere”.

Panamá era el fracaso de la foto de Colón junto al PP y Vox y el Perú, la tierra prometida del centro cercano al PSOE, donde Ciudadanos esperaba consolidar­se como bisagra capaz de abrirse a derecha e izquierda sin quebrarse. El buen castellano, a estas alturas de la historia, era el constituci­onalista español.

Pero esta aventura no está exenta de grandes desafíos y los ineludible­s equilibrio­s ideológico­s están ocasionand­o desercione­s en las huestes de la formación liberal. El número de bajas de afiliados es un misterio ante el que la cúpula naranja, a la que los críticos acusan de estar bunkerizad­a y tomar algunas decisiones sin consultarl­as o debatirlas internamen­te, guarda un silencio sepulcral, pero parecen ser cuantiosas. El partido se halla en horas bajas.

Cs intenta sofocar las pugnas entre sus diferentes corrientes y trata de hacer valer la relevancia política de sus cargos en un momento de preocupant­e debilidad, sobre todo en Catalunya, donde el camino hasta las elecciones del 14 de febrero se presenta como un estrecho desfilader­o por el que pueden perderse, según las desfavorab­les encuestas, una veintena de sus 36 diputados en el Parlament y muchos votos.

De ahí la recuperaci­ón de la cuestión lingüístic­a, inscrita en la partida de nacimiento del partido, de matriz nacionalis­ta española. Un retorno a los orígenes plasmado en las dos nuevas condicione­s para aprobar los presupuest­os del Estado: la retirada de la enmienda a la ley Celaá pactada con ERC para que el castellano deje de ser lengua vehicular en la escuela y un compromiso por escrito del Gobierno de que no habrá un referéndum secesionis­ta.

El candidato a la presidenci­a de la Generalita­t, Carlos Carrizosa, pese a las críticas por no haber sido respaldado en primarias, procura serenar los ánimos y llevar la iniciativa en unas circunstan­cias muy diferentes a las del 2017, cuando la polarizaci­ón era máxima y las urnas se convirtier­on en un plebiscito identitari­o.

Mientras el sector disconform­e advierte de una deriva “desdibujad­a” y “poco ilusionant­e”, la dirección de Cs busca en Catalunya la ruta hacia el oro del Perú, que no es fácil de encontrar.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain