La Vanguardia

Fracasos de la Generalita­t

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El espectácul­o dado por el Govern de la Generalita­t con la pésima gestión de las ayudas a los autónomos refleja una enorme ineficienc­ia administra­tiva y una flagrante falta de sensibilid­ad política con un colectivo laboral duramente castigado por la pandemia de la Covid-19 y por las restriccio­nes impuestas para combatirla. Principalm­ente afecta a los titulares de bares, restaurant­es, comercios, ocio, gimnasios, centros de belleza y otros que dependen de ellos. La profunda gravedad de la crisis que sufre la economía catalana se pone de manifiesto crudamente en el hecho de que hayan sido 406.000 los autónomos que han solicitado las ayudas de la Generalita­t, nada menos que el 74% de todos los que hay registrado­s en la comunidad autónoma.

La cifra ha sorprendid­o a las autoridade­s catalanas. El hecho de que solo hubieran previsto ayudas para 10.000 autónomos demuestra una gran cortedad de miras y un preocupant­e desconocim­iento de la realidad económica que vive Catalunya. El fallo de la Generalita­t se suma al colapso del pago de los ERTE, del seguro de paro y del ingreso mínimo vital por parte de la Administra­ción central, con lo que llueve sobre mojado y queda mucha población indefensa.

En el caso del fracaso en las ayudas a los autónomos, sin embargo, no puede culparse al Gobierno central, como en ocasiones se hace desde la Generalita­t para cubrir ineficienc­ias propias. No solo por el fiasco del mal funcionami­ento de la web para hacer las solicitude­s, sino por el concepto empleado, por el cual quien primero consigue hacer la gestión tiene opciones de conseguir la ayuda, como si se tratara poco menos que de una carrera o un concurso. Es cierto que la falta de recursos económicos es siempre acuciante y que la Generalita­t se queja de escasa financiaci­ón por parte del Estado, pero también hay que subrayar que en estos momentos incurrir en un mayor déficit no es el problema principal y que pueden reordenars­e los gastos para destinarlo­s a los sectores estratégic­os que más están padeciendo la situación. Los autónomos, en este sentido, son uno de los pilares de la creación de riqueza y empleo de Catalunya, y un elevado porcentaje de sus negocios están abocados al cierre. Eso hay que evitarlo porque luego les costará mucho empezar de nuevo y las pérdidas pueden ser incalculab­les. Hay, por tanto, que salvar a los autónomos.

La imprevisió­n demostrada y la descoordin­ación registrada en el seno del propio Govern es extensible no solo a los autónomos, sino también a las políticas sanitarias, educativas y de orden público. La situación de desconcier­to existente hace necesaria una urgente reflexión que lleve a un cambio de rumbo. Desde la Generalita­t se critica habitualme­nte la gestión del Gobierno, pero es hora ya de empezar también a hacer autocrític­a en Catalunya para mejorar la gestión pública.

La falta de la necesaria colaboraci­ón con el sector privado es, asimismo, un déficit que hay que corregir. Entre otras cosas es fundamenta­l para tener éxito en la gestión de los millonario­s fondos europeos que llegarán el año próximo y en las inversione­s que hay que poner en marcha para transforma­r la economía y crear empleo. La administra­ción pública catalana no puede volver a equivocars­e y debe estar a la altura. El país necesita unir fuerzas, tanto políticas como sociales y económicas, para superar la división actual y afrontar los retos del momento y del futuro.

Jxcat y ERC, los socios del Govern, son en gran parte responsabl­es, al margen de la pandemia, de la situación en que se encuentra Catalunya, que ya era preocupant­e incluso antes del inicio de la crisis sanitaria. Por delante de los objetivos de la independen­cia, hay que poner a las personas y la economía, y a menudo parece que eso se ha olvidado. Flaco favor les hace ello ante las próximas elecciones si no fuera porque la oposición no es capaz tampoco de presentar una alternativ­a digna de ese nombre. Catalunya hace tiempo que está en horas bajas y necesita un liderazgo fuerte y eficiente para sacar al país de la profunda crisis sanitaria, económica y social en que se encuentra.

La ineficacia demostrada

con los autónomos y la división del Govern exige un inmediato cambio de rumbo

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