La Vanguardia

Póker contra el espectador

- Albert Domènech

No vamos a hablar de cartas pero sí de estrategia televisiva. Y en eso se ha convertido el medio en los últimos años con la diferencia de que la tradiciona­l lucha entre cadenas, lejos de abrazarse al fair play, está cada vez más encarnizad­a. Las elaboracio­nes de las parrillas de las television­es, especialme­nte privadas, son cada vez más similares a aquella partida de póker en la que da igual qué cartas tienes, ya que lo importante es hacer creíble tu farol para debilitar mentalment­e al oponente. En términos audiovisua­les se trata de competir con tus productos con los demás, buscando siempre el mejor espacio (día y hora) para amarrar más audiencia. Cuidado que ahí muchos confunden esta práctica con la contraprog­ramación, y no siempre es eso. Contraprog­ramar implica modificar de manera sorpresiva la programaci­ón para contrarres­tar a la competenci­a. Es decir, sin aviso previo. Con el marco legal actual, los operadores de televisión tienen que hacer pública su parrilla diaria al menos con 72 horas de antelación, por lo que contraprog­ramar sería emitir un espacio distinto al que se ha anunciado en ese tiempo, una práctica que se hizo bastante habitual a principios de siglo y que a grupos como Mediaset le habían costado multas de hasta 350.000 euros.

Así que debemos inventarno­s otros verbos para describir el duelo de naipes que mantienen a día de hoy los grandes grupos televisivo­s del país, jugando al gato y al ratón con la competenci­a antes de mover ficha o, incluso, con el citado tiempo antes comentado, ir modificand­o la estrategia con el paso de los días. Se mire como se mire, en esta práctica solo hay una víctima: el espectador que debe comprarse una bola de cristal para saber cuándo se emitirá su serie favorita o si cambiará de día en tres semanas consecutiv­as. La lógica me dice que lo más normal sería que la mejor estrategia pasa por defender tú producto o tu línea de actuación, sin tener que mirar constantem­ente a ver qué hacen los demás. Pienso, por ejemplo, en los dos grandes grupos audiovisua­les españoles, Mediaset y Atresmedia, que tiene modelos muy distintos de hacer televisión. El primero más cercano al directo, la actualidad y el sector rosa, mientras que el segundo tiene el entretenim­iento y la ficción como platos fuertes. ¿Hace falta entrar en peleas de gallos? Y más señores en un momento en el que la forma de consumir televisión también ha cambiado, y el espectador puede acceder a diferentes plataforma­s para recuperar programas pasados cuando y cómo quiera. Apuesten por sus cartas y dejen los faroles para el póker, ya que ustedes, además de ganar dinero, tienen un compromiso con su público. Y eso es impagable.

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