Póker contra el espectador
No vamos a hablar de cartas pero sí de estrategia televisiva. Y en eso se ha convertido el medio en los últimos años con la diferencia de que la tradicional lucha entre cadenas, lejos de abrazarse al fair play, está cada vez más encarnizada. Las elaboraciones de las parrillas de las televisiones, especialmente privadas, son cada vez más similares a aquella partida de póker en la que da igual qué cartas tienes, ya que lo importante es hacer creíble tu farol para debilitar mentalmente al oponente. En términos audiovisuales se trata de competir con tus productos con los demás, buscando siempre el mejor espacio (día y hora) para amarrar más audiencia. Cuidado que ahí muchos confunden esta práctica con la contraprogramación, y no siempre es eso. Contraprogramar implica modificar de manera sorpresiva la programación para contrarrestar a la competencia. Es decir, sin aviso previo. Con el marco legal actual, los operadores de televisión tienen que hacer pública su parrilla diaria al menos con 72 horas de antelación, por lo que contraprogramar sería emitir un espacio distinto al que se ha anunciado en ese tiempo, una práctica que se hizo bastante habitual a principios de siglo y que a grupos como Mediaset le habían costado multas de hasta 350.000 euros.
Así que debemos inventarnos otros verbos para describir el duelo de naipes que mantienen a día de hoy los grandes grupos televisivos del país, jugando al gato y al ratón con la competencia antes de mover ficha o, incluso, con el citado tiempo antes comentado, ir modificando la estrategia con el paso de los días. Se mire como se mire, en esta práctica solo hay una víctima: el espectador que debe comprarse una bola de cristal para saber cuándo se emitirá su serie favorita o si cambiará de día en tres semanas consecutivas. La lógica me dice que lo más normal sería que la mejor estrategia pasa por defender tú producto o tu línea de actuación, sin tener que mirar constantemente a ver qué hacen los demás. Pienso, por ejemplo, en los dos grandes grupos audiovisuales españoles, Mediaset y Atresmedia, que tiene modelos muy distintos de hacer televisión. El primero más cercano al directo, la actualidad y el sector rosa, mientras que el segundo tiene el entretenimiento y la ficción como platos fuertes. ¿Hace falta entrar en peleas de gallos? Y más señores en un momento en el que la forma de consumir televisión también ha cambiado, y el espectador puede acceder a diferentes plataformas para recuperar programas pasados cuando y cómo quiera. Apuesten por sus cartas y dejen los faroles para el póker, ya que ustedes, además de ganar dinero, tienen un compromiso con su público. Y eso es impagable.