La Vanguardia

Biden sigue con su agenda pese a los gestos autoritari­os de Trump

Biden ignora las maniobras de Trump y empieza a diseñar el nuevo gobierno

- BEATRIZ NAVARRO Washington. Correspons­al

La expresión “golpe de Estado” comienza a utilizarse en Estados Unidos vinculada a la resistenci­a de Donald Trump a admitir su derrota en las urnas, con tics autoritari­os que a veces recuerdan a la Venezuela de Nicolás Maduro. Mientras, Joe Biden mantiene su actividad como presidente electo.

Con o sin ayuda de Donald Trump, Joe Biden sigue adelante con los preparativ­os para tomar el relevo al frente de Estados Unidos el próximo 20 de enero. El presidente electo, que ha recibido llamadas de felicitaci­ón desde Asia, Europa y ayer mismo del Vaticano, anunció anteanoche el nombre de su futuro jefe de gabinete, un cargo clave para construir el resto de la arquitectu­ra de la nueva Administra­ción.

El perfil del elegido –un veterano de Washington, Ron Klain, cuya cualificac­ión para el cargo está fuera de toda duda, apreciado por demócratas y republican­os– es un mensaje en si mismo del cambio que Biden promete llevar a la Casa Blanca, donde los nombramien­tos de los últimos años se han basado más en las conexiones personales y el aura de celebridad de los protagonis­tas que en sus credencial­es profesiona­les.

Klain trabajó con Biden en el Senado en los años 80 y fue su jefe de gabinete durante su primer mandato como vicepresid­ente, cuando tuvieron que responder con rapidez a las consecuenc­ias económicas de la crisis financiera. Después volvió a la Casa Blanca para gestionar la pandemia de ébola, una experienci­a que se espera que sea útil para gestionar la crisis del coronaviru­s, en fase de aceleració­n en EE.UU. “Su profunda y variada experienci­a y su capacidad para trabajar con gente de todo el espectro político es precisamen­te lo que necesito en un jefe de gabinete de la Casa Blanca”, declaró en un comunicado Biden, que lo ha tenido a su lado como asesor durante la campaña electoral.

A pesar de la falta de colaboraci­ón del Departamen­to de Estado, que debería facilitarl­e una línea confidenci­al, el presidente electo ha recibido llamadas de líderes de todo el mundo en los últimos días para congratula­rlo y allanar el terreno

“VENENO PARA LA DEMOCRACIA” “Dejad de negar la realidad”, pide el líder demócrata en el Senado a los republican­os

ESTRATEGA REPUBLICAN­O Rove: “Las demandas no quitarán un solo estado a Biden y no cambiarán el resultado”

para la nueva era. Ayer fue el papa Francisco quien dio “su felicitaci­ón y su bendición” a Biden, el segundo presidente católico de la historia de Estados Unidos, que se comprometi­ó ante el Pontífice a trabajar “por los marginados y los pobres, combatir la crisis climática y dar la bienvenida a inmigrante­s y refugiados”.

Biden se esfuerza por mirar hacia adelante y transmitir serenidad y normalidad, pero nada en esta transición lo está siendo. La funcionari­a que debe certificar los resultados electorale­s proclamado­s por los medios a partir de los datos oficiales disponible­s sigue sin firmar la carta que pondría en marcha la transición presidenci­al, un proceso regulado y engrasado con varios millones de dólares. Trump, por su parte, sigue negándose a aceptar su derrota y no deja de difundir bulos sobre el recuento de votos mientras sus abogados intentan bloquear la certificac­ión de los resultados, que debería estar lista el 8 de diciembre.

Los líderes republican­os –a los que Biden acusa de estar “intimidado­s por el presidente”– siguen cerrando filas con él, pero en los últimos días han surgido algunas grietas. El gobernador de Ohio, Mike Dewine, reclamó ayer que se reconozca a Biden como “presidente electo” mientras el senador republican­o James Landford abogó porque Biden empiece a recibir los mismos briefings informativ­os sobre seguridad nacional que Trump y ha dicho que si esto no ocurre hoy, intervendr­á. También Lindsey Graham, un aliado del presidente, dijo ayer que sería bueno que Biden recibiera informació­n clasificad­a, aunque no cuestionó su actitud.

El veterano estratega republican­o Karl Rove, arquitecto de la victo

ria electoral y judicial de George Bush en el 2000, envió un mensaje inequívoco al presidente ayer en una tribuna de prensa en The Wall Street Journal titulada “Estas elecciones no serán revocadas”. Trump tiene derecho a ir a los tribunales para aclarar cualquier duda sobre la limpieza de las elecciones, pero para ganar debería demostrar que ha habido fraude sistémico y “no hay prueba alguna de esto”. “Las iniciativa­s del presidente tienen pocas probabilid­ades de quitar algún estado a Biden y ciertament­e no bastarán para alterar el resultado”. Solo en tres ocasiones en el último medio siglo, recuerda Rove, que ha trabajado también como asesor de Trump, los recuentos han cambiado el resultado electoral, pero en todos los casos la diferencia en votos entre los dos candidatos era inferior a 350 papeletas. Con el escrutinio casi terminado, Biden le saca 20.540 votos en Wiscosin, 49.064 en Pensilvani­a, 146.123 en Michigan, 12.614 en Arizona o 14.108 en Georgia, entre otros. Otro aliado del presidente, el experiodis­ta de Fox News Geraldo Rivera, le animó ayer a tirar la toalla: “Quedaste muy cerca” pero “es hora de decir adiós con gracia y dignidad”, le dijo en un tuit.

Para Biden la situación “francament­e embarazosa”. “¿Cómo podría decir esto con tacto? No creo que ayude al legado del presidente”, ha dicho diplomátic­amente. Otros demócratas no se andan con paños calientes. Chuck Schumer, líder demócrata en el Senado, acusó a los republican­os de “negar la realidad y envenenar los fundamento­s de la democracia americana” por su miedo a contrariar al presidente.

Biden, que no descarta tomar medidas legales para que Trump permita activar la transición presidenci­al, sigue mirando hacia adelante. Su plan es anunciar los nombres de “al menos dos personas” que formarán parte de su gabinete antes de Acción de Gracias, es decir, hacia finales de mes. La presión le llega por todos los flancos. El sector progresist­a reivindica que sin su movilizaci­ón no habría sido elegido y dos de sus mayores organizaci­ones han presentado al presidente electo una lista de ministrabl­es que incluye a la senadora Elizabeth Warren como secretaria del Tesoro o el senador Bernie Sanders como responsabl­e de Trabajo, que ha dicho que aceptaría la cartera. El ala moderada, por su parte, culpa a estos de que a los demócratas no les fuera mejor en las elecciones al Congreso. Hoy por hoy, recuerdan, el republican­o Mitch Mcconnell sigue siendo el líder del Senado. Por último, los miembros de la vieja guardia republican­a que apoyaron a Biden en lugar de a Trump también esperan algún agradecimi­ento.

 ?? JIM LO SCALZO / EFE ?? Chuck Schumer, líder demócrata en el Senado, y la también demócrata Nanci Pelosi, presidenta de la Cámara Baja, ayer en rueda de prensa
JIM LO SCALZO / EFE Chuck Schumer, líder demócrata en el Senado, y la también demócrata Nanci Pelosi, presidenta de la Cámara Baja, ayer en rueda de prensa

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