Una superviviente del 17-A relata entre sollozos las secuelas del ataque
“No he vuelto a pisar la Rambla por el miedo y el pánico”, dice la testigo al tribunal
El terror vivido el 17 de agosto del 2017 retumbó ayer en la sala de la Audiencia Nacional donde se juzgan a tres acusados por su relación con la célula que perpetró el atentado de la Rambla. Durante el tercer día de la vista, fue el turno para la primera víctima superviviente de la masacre. Le tocaba revivir lo sufrido tras más de tres años de tratamiento. El tiempo había logrado mitigar una parte del pánico, pero el sentarse ante el tribunal en presencia de los acusados le hizo recordar aquella pesadilla que le ha hecho cambiar para siempre y que le ha dejado un estrés postraumático que le ha impedido pisar de nuevo el paseo central de Barcelona.
Carmen Judith está viva para contarlo. Como un manojo de nervios se sentó para contar lo sucedido. “Tranquilícese”, le pidió el presidente de la Sala, Alfonso Guevara, en un tono más pausado del que tiene acostumbrados a los presentes en la vista. El magistrado está muy curtido en juicios de terrorismo, y al igual que ha tenido que lidiar con terroristas también ha presenciado numerosos testimonios de víctimas. De hecho, Guevara fue uno de los miembros del tribunal que juzgó la célula terrorista por los atentados del 11 de marzo del 2004 en Madrid, donde hubo 192 víctimas mortales y centenares de heridos.
La víctima número 1 del juicio fue una de las atropellada por una furgoneta que conducía un terrorista, Younes Abouyaaqoub, posteriormente abatido por los Mossos. Ella, trabajadora de un hotel de la zona, y su amiga, tuvieron más suerte que las 16 víctimas morales.
“Después de quedar inconsciente me cogí y me levanté. Lo único que vi fue mucha gente alrededor mío. Veo al furgón todavía todo recto a la Rambla haciendo zigzag y llevándose peatones”, recordó la testigo entre lágrimas. “Me quedé en shock de ver lo que estaba pasando. Reaccioné en seguida porque estaba mi amiga tumbada en el suelo. Iba cojeando. La vi y tenía la frente toda hinchada. Veo que tenía todo aguado. Le digo ‘tranquilízate. Igual es que el hueso lo tienes deshecho. Me la cogí y me la llevé a la tienda que daba en la esquina de la Rambla. Ahí ponían a la mayoría de los heridos”, rememoró.
Esta testigo pide una indemnización a los acusados por las secuelas psicológicas que le han quedado por aquellos hechos. “Estuve hasta febrero sin trabajar, sin poder salir de casa. Me daba pánico salir. Me daba miedo ver cómo una persona podía hacer tanto daño”, apuntó.
Entre sollozos y claros signos de nerviosismo, la víctima señaló que no ha vuelto a pisar la Rambla desde entonces “por miedo y pánico de lo que me pasó”. Indicó que ha vuelto a tomar medicación solo con pensar que debía volver a recordar lo ocurrido al tener que acudir al juicio que se celebra en la Audiencia Nacional desde el martes contra dos presuntos miembros de la célula liderada por el imán de Ripoll, Abdelbaki es Satty, y un colaborador.
Tras la declaración de la víctima, siguieron los interrogatorios a varios mossos que participaron en las detenciones y toma de declaraciones de los acusados. Gran parte de la sesión giró en torno a la detención de Driss Oukabir el mismo 17 de agosto. El acusado es hermano de uno de los terroristas abatidos en Cambrils y la Fiscalía le sitúa como parte de la célula. El mismo día de los atentados mantuvo una conversación con su hermano Moussa a quien le dijo que “no estaba preparado”. Oukabir niega su pertenencia, asegura que no conocía a Es Satty, que no era religioso y que sus hábitos de vida eran beber, fumar, consumir drogas y prostitutas. En la sesión de ayer diversos agentes desmontaron su versión. A preguntas de un abogado de la acusación, el agente reconoció que la contraseña para acceder a las aplicaciones de su teléfono era “Alahu akbar”, lo que significa “Alá (Dios) es el más grande”.
El presidente del tribunal había intentado previamente que no se realizara esa pregunta al considerarla impertinente. Sin embargo, el abogado hizo un giro lingüístico y la introdujo en el plenario . “Es una manifestación totalmente religiosa, por eso no quería que se contestara. Estaba preguntando por una cuestión de creencia. Es como si yo pongo en mi teléfono ‘dios bendito’. Vamos a empezar a distinguir”, espetó el magistrado.
Lo que pretendía la acusación es dejar constancia que Oukabir no estaba tan alejado de la religión como hizo creer en su declaración como acusado. En todo caso, el letrado dijo que lo dejaba a la “valoración de la sala”. Por otro lado, varios agentes aseguraron que tras su detención Oukabir dijo que todo aquello “había sido culpa del imán de Ripoll”.
EL RECUERDO DEL HORROR “Lo único que vi fue mucha gente alrededor y un furgón en zigzag y llevándose peatones”
REVELACIÓN DE LOS MOSSOS “Alá es el más grande”, clave del móvil de Oukabir, rompe su tesis de no ser religioso