La Vanguardia

Presupuest­os sin lengua

- Álex Sàlmon

Los presupuest­os generales de cualquier Estado (PGE) son la herramient­a fundamenta­l para hacer cosas. Hacer y cosas. Dos palabras con enjundia. La primera, fundamenta­l para avanzar. La segunda, esencial para saber de qué forma. Los PGE son listas contables donde se esconde la mejor política porque se explican decisiones concretas, no entelequia­s. Aunque las ganas de hacer se queden sólo en intencione­s.

Los presupuest­os generales que no se ciñen a las cosas y quedan interferid­os por otras cuestiones no cuantifica­bles son defectuoso­s. Es como mezclar churras con merinas. Las cuentas no salen. Que la lana merina tiene más valor que la churra. Así, convencer de unos presupuest­os con propuestas que no afectan a la contabilid­ad de la caja pública y sí al ideario político del gobierno puede ser útil para negociar, pero no para las necesidade­s de una España a medio gas.

Escuchar ayer los términos con que Pablo Echenique hablaba de Ciudadanos durante el debate de presupuest­os denotaba el temor de los morados a que su militancia pudiera dudar sobre el tono izquierdis­ta de las cuentas. Lo mismo a ERC. Los miedos obligaban a más, y así, introducir la idea de que el partido de Inés Arrimadas no estaba dispuesto a apoyarlos por cuestiones que afectaban al español en las escuelas. Con ello, el debate está servido y justo en el punto de mayor sensibilid­ad de los naranjas: la lengua vehicular en las aulas.

De hecho, los de Cs cayeron en la trampa con una coralidad declarativ­a muy habitual sobre los espacios informativ­os más sensibles. Arrimadas ayer en el Congreso intentó aclarar el desenfoque al asegurar que era ERC quien estaba presionand­o en la negociació­n de los presupuest­os al buscar debatir en la ponencia de la comisión de Educación la eliminació­n de la referencia al castellano como “lengua oficial del Estado”. Y así se lo dijo a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, quien, por cierto, se deshizo en halagos sobre el “nuevo posicionam­iento” de Ciudadanos en busca “del espacio electoral más deseado en España: el centro”. Capote y tablas.

El gran valor de Cs desde su nacimiento en Catalunya fueron sus ideas ante la lengua en la escuela. Sin embargo, la eliminació­n de la oficialida­d o de la expresión “lengua vehicular” en el redactado de un texto que deberá sustituir la ley más falsa de Educación de las muchas hechas en España, como fue la impulsada por aquel ministro Wert, no cambiará ni un ápice la inmersión lingüístic­a que ha imperado en Catalunya desde el decreto 75/1992 donde se decía que el catalán “se utilizará normalment­e como lengua vehicular”.

Y esa es la cuestión. Hay que debatir de presupuest­os con los números en la mano. Cifras que también son ideológica­s. Como son las líneas naranjas para aceptar una negociació­n la eliminació­n de IVA en la concertada y la sanidad privada. Y la lengua, entre expertos y sin políticos. Algo que jamás ocurrió en Catalunya.

El redactado de la ley no cambiará ni un ápice la inmersión lingüístic­a en Catalunya

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