La Vanguardia

Cabré se confiesa

- Magí Camps

“En 1986 dos jueces fueron condenados por corrupción. Era una gran novedad, porque veníamos del franquismo. Me chocó mucho y enseguida pensé qué harían en la cárcel. Después no sé qué los pasó, pero lo de encontrars­e con la vergüenza y la humillació­n que supone para un juez entrar en prisión es lo que yo veía. Veía a un personaje que quería cazar para ver qué le pasaba. Empecé a trabajar una historia sobre un juez más bien corrupto, pero que hacía su vida y nadie lo había pillado. Fui a su despacho, vi que era de familia rica y viví mucho tiempo con este tipo. Pero llegó un momento en que me costaba vivir con este personaje, por despreciab­le”.

Todo eso solo pasaba en la cabeza del escritor Jaume Cabré, que ayer, en el festival Barcelona Novel·la Històrica, le explicó al también escritor Vicenç Villatoro cómo había nacido su novela Senyoria. Cabré aún refirió que cuando visitaba el despacho lujoso de ese juez, en los años ochenta, vio un cuadro: “Era el retrato de un tatarabuel­o suyo, con peluca, con una mirada que me cautivó. Lo describí y me enamoró. Y me dije: ‘No quiero estar en la Barcelona de este juez de ahora, sino en la del juez de la pintura’”.

Eso, claro, le supuso una cantidad de trabajo, porque tuvo que documentar­se sobre aquella Barcelona de 1799, el año en que sitúa su novela. Cabré se documentó sobre cómo sonaban las campanas, cómo eran las calles... Pero no le gusta ilustrar al lector explicándo­le que la Rambla no estaba asfaltada, sino que “cuando llovía los zapatos se llenaban de barro”.

Cabré confesó a Villatoro que se sentía incómodo hablando de sus libros: “Un libro que hace tiempo que escribí creo que lo recordaré siempre, pero los lectores recientes recuerdan más cosas que yo. Los he leído tantas veces, que cuando están acabados no los vuelvo a leer”. Villatoro también apuntó que Cabré parecía un enamorado de Barcelona y de la época de la Ilustració­n, donde sitúa Senyoria. Pero Cabré lo negó: “No lo sé si me fascina tanto esa época, puede ser una gran casualidad. Y tampoco sé si me interesa tanto Barcelona. De hecho, he huido de

“Si un personaje trabaja bien, le pago bien”, dijo el autor sobre esos personajes que le van enseñando cosas

la ciudad”, apostilló el autor de Jo confesso, que vive en Matadepera. Y añadió: “No sé nunca de qué escribiré”.

Sí estuvo de acuerdo con Villatoro de que para él, aparte del contexto histórico, “el motor de la literatura es la literatura”, contó que no le gusta elaborar esquemas de sus novelas, “todo lo tengo en la cabeza”, y que sus personajes son muy disciplina­dos: “Si un personaje trabaja bien, le pago bien”, en referencia a las cosas que los personajes le van enseñando.

Barcelona Novel·la Històrica, después de acercarse el miércoles a la Barcelona de 1714, con el historiado­r Alfred Bosch y el periodista Toni Soler, y a las muchas Barcelonas del deseo, con Judit Carrera, del CCCB, y el arquitecto Jordi Garcés, ayer llegó el turno de la Barcelona oculta, la ciudad vista por los escritores viajeros del siglo XVII al XXI, con los catedrátic­os Rosa Navarro y Adolfo Sotelo. Y mañana el festival se cerrará con mesas redondas sobre la Barcelona de los cambios, de los años veinte a los ochenta; sobre la influencia de la ciudad en la literatura hispanoame­ricana; y, finalmente, el concurso literario Cronos, con Màrius Serra de maestro de ceremonias.

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XAVIER CERVERA Momento de la entrevista de Vicenç Villatoro a Jaume Cabré
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