La Vanguardia

El virus hipoteca la Navidad

El ritmo de la pandemia en Europa condiciona las fiestas y lastra el consumo

- EUSEBIO VAL París. Correspons­al

La intensidad de la pandemia en Europa está planteando crecientes dudas en algunos países sobre si será posible celebrar, con un mínimo de normalidad, las fiestas de Navidad. Esta incertidum­bre, unida a la prolongaci­ón de las medidas restrictiv­as, está lastrando el consumo, pone al borde del abismo a enteros sectores económicos y amenaza con agravar aún más la crisis provocada por la Covid-19.

La decisión del Gobierno francés, anteayer, de mantener 15 días más el confinamie­nto y el cierre de los comercios no esenciales fue recibida con mucha decepción, cuando no rabia, por los colectivos afectados. El primer ministro, Jean Castex, advirtió que bares, restaurant­es, gimnasios y otros locales cerrados donde se acumula público deben hacerse a la idea de que tampoco podrán reabrir a partir del primero de diciembre. Castex fue incluso más allá y dijo que era “un poco pronto” para saber si los franceses pueden reservar billetes para visitar a su familia por Navidad y Año Nuevo. Y dejó claro que no se autorizará­n, en Nochevieja, celebracio­nes multitudin­arias.

Los responsabl­es sanitarios galos estiman que el pico de la segunda ola de la Covid-19 se alcanzará la semana que viene. Con las unidades de cuidados intensivos en una situación cercana a la saturación, se impuso el criterio de no aligerar el confinamie­nto. Otros países, como Italia, Austria, Polonia o España, están compartien­do la misma coyuntura difícil. Ante el crecimient­o de los contagios, el Gobierno de Viena anunciará probableme­nte hoy el cierre de las escuelas. De Nápoles llegaban ayer las impactante­s imágenes de pacientes que eran tratados con oxígeno, en sus propios vehículos, fuera del hospital, porque en el interior no había espacio para ellos.

Los medios de comunicaci­ón franceses preparan desde hace días los ánimos para unas Navidades a medio gas. Le Parisien publicó un sondeo según el cual el 71% de los ciudadanos aceptaría pasar las fiestas bajo confinamie­nto o con reuniones familiares reducidas al mínimo. “Esta Navidad seremos tres; normalment­e somos quince”, afirmaba ayer una mujer a la cadena BFM-TV durante una encuesta en un mercado de París.

Los comercios de productos no esenciales, como los que venden ropa, muebles, libros o juguetes, confían en que se les permita reabrir, con estricto protocolo sanitario, a partir del primero de diciembre. No obstante, las pérdidas serán cuantiosas porque están pasando unas semanas decisivas y mucho stock puede quedar sin vender. Hay furia por los agravios comparativ­os. Duele, por ejemplo, que las plataforma­s de venta en línea mantengan la inminente campaña del black friday (el festín consumista después del día de Acción de Gracias, una moda importada de Estados Unidos), con grandes descuentos y ofertas.

Para los dueños de bares y restaurant­es, el panorama es trágico. La posibilida­d de vender comida y bebida para llevar no compensa en absoluto. La caída de actividad es brutal. “No tenemos ninguna esperanza, se nos sacrifica en el altar de la Covid”, lamentó el presidente de la asociación nacional de restaurado­res (Umih), Hubert Jan. Hay una enorme angustia, asimismo, en las estaciones de esquí de los Alpes y de los Pirineos. La temporada está totalmente en el aire y no saben a qué atenerse.

El ministro del Interior, Gérald Darmanin, anunció una intensific­ación de los controles y de las multas para quienes violen el confinamie­nto. Resulta evidente que hay menos disciplina que durante el cierre de la primavera. Algunos comerciant­es, desesperad­os, apuran los ambiguos límites de las normas. En principio se tolera el sistema click and collect (la recogida de artículos, a la puerta de pequeños comercios no esenciales, que antes se han encargado por teléfono o por internet). A la hora de la verdad, si llega un cliente y se lo pide, los tenderos venden sobre la marcha lo que pueden, aunque no dejan entrar en el establecim­iento. No hay suficiente­s policías para velar por el cumplimien­to estricto de las reglas, y en los municipios pequeños se hace más la vista gorda.

La perspectiv­a de una pandemia que no amainará de manera clara hasta el próximo verano altera los calendario­s electorale­s. El Gobierno francés recibió ayer un informe en el que se insta a aplazar hasta el mes de junio del 2021 las elecciones regionales y departamen­tales previstas para marzo. Es muy probable que se siga la recomendac­ión. Ya la segunda vuelta de los comicios municipale­s hubo de retrasarse en marzo pasado porque se estaba en el pico de la primera ola. Sería incomprens­ible para la población estar sometida todavía a restriccio­nes de movimiento­s y verse convocada a las urnas.

FRANCIA SIGUE CONFINADA El premier Castex aconseja no comprar aún billetes para visitar a la familia

MEDIDA EXCEPCIONA­L Austria puede anunciar hoy el cierre de las escuelas para frenar los contagios

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LUCA ZENNARO / EFE Sanitarios de la Marina italiana haciendo ayer tests del coronaviru­s en la feria de Génova

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