La Vanguardia

‘Coronaskam’

Los suecos son discrimina­dos por sus vecinos nórdicos debido a su política ante la pandemia

- NÚRIA VILA

Los suecos tienen propensión a acuñar nuevos términos para referirse a tendencias sociales al alza. La pandemia, cómo no, ha suscitado varios; entre ellos, coronaskam. Es de difícil traducción, pero basta con saber que corona se refiere a coronaviru­s y que skam significa “vergüenza” o “humillació­n”. De la misma forma que el flygskam (vergüenza de volar) populariza­do por Greta Thunberg y los movimiento­s ecologista­s alude al hecho de generar un sentimient­o de culpabilid­ad a quienes viajan en avión, el coronaskam se aplica a quienes siguen con su vida normal ignorando las recomendac­iones de las autoridade­s. Aunque este concepto ha adquirido también otro significad­o: el acoso que sienten los suecos entre sus vecinos del resto de países nórdicos.

La estrategia distinta seguida en Suecia para hacer frente a la pandemia y la mayor incidencia de la infección durante la primavera y también en esta segunda ola ha provocado que, desde marzo, las fronteras de Dinamarca, Noruega y Finlandia hayan estado más tiempo cerradas (o muy restringid­as) que abiertas para los suecos. Esta situación ha puesto en jaque las relaciones vecinales y ha generado suspicacia­s que, en ocasiones, se han convertido en discrimina­ciones o acosos.

La misma primera ministra noruega, Erna Solberg, lo admitió esta semana. “No debemos permitir que el coronaskam destruya la cooperació­n nórdica”, dijo a la radio sueca Sveriges Radio. “Me preocupa oír informacio­nes sobre un maltrato entre personas en Noruega”, añadió, e instó a “dejar de buscar chivos expiatorio­s”.

A finales de octubre, la cadena noruega NRK informó de que las autoridade­s de la región sueca de Värmland estaban recibiendo cada vez más quejas. “Recibimos informacio­nes de trabajador­es suecos que se sienten acosados”, explicó Tanja Ekegren, que trabaja en el consejo administra­tivo regional. “A los noruegos les preocupa que los suecos traigan la infección a través de la frontera”, argumentó, y explicó que representa­ntes de los municipios transfront­erizos en ambos países han creado un grupo de trabajo.

En total, unos 14.000 suecos cruzan cada día a Noruega para ir a trabajar. Las restriccio­nes de movimiento, además, han afectado a la economía de las regiones suecas transfront­erizas, ya que varios municipios tienen centros comerciale­s destinados básicament­e a los noruegos, que solían ir a Suecia a comprar productos más baratos, como el alcohol. La frontera sueca sigue abierta, pero los noruegos deben hacer cuarentena al volver a su país. En cambio, los residentes en Suecia sólo pueden cruzar a Noruega para ir a trabajar y deben hacerse un test de Covid-19 cada siete días.

“Después del verano el conflicto se ha intensific­ado. El peor ejemplo que me ha llegado es el de una empresa de construcci­ón en Oslo donde los suecos deben identifica­rse con un chaleco naranja y tienen prohibido comer con el resto. Es como nuestra estrella de David”, relataa La Vanguardia Kjell-arne Ottosson, diputado del partido democristi­ano en la región de Värmland, una de las que más relaciones tiene con Noruega.

“La mayoría de los suecos que trabajan en Noruega viven en esta zona, donde la incidencia del coronaviru­s es muy inferior a la que hay en Oslo”, reprocha Ottosson, que asegura haber experiment­ado situacione­s incómodas él mismo. “A veces no hace falta que te digan nada, sólo con su comportami­ento muestran que no quieren que estés ahí; te sientes como un delincuent­e”, lamenta. Coincide con él Kent Hansson, alcalde de la localidad sueca de Strömstad: “En Noruega ven a los suecos como si tuvieran la peste. Se ve en las redes sociales; no es bueno, ha nacido un nacionalis­mo muy incómodo”, asegura a NRK.

Según Johan Strang, experto en estudios nórdicos de la Universida­d de Helsinki, uno de los aspectos centrales de la cooperació­n nórdica ha sido la libertad de movimiento­s, desde que en los años 50 se creó la Unión Nórdica de Pasaportes. “La cooperació­n nórdica ha tenido fracasos tremendos, pero la unión de pasaportes siempre se menciona en los discursos de celebració­n; tiene mucho valor simbólico. Pero desde el 2015, con la crisis de los refugiados, los gobiernos han politizado con las fronteras repetidame­nte”, explica a La Vanguardia.

En cuanto a la relación con Suecia, afirma que los nórdicos son “un grupo de países que están unidos en una relación compleja con Suecia”, que es el más grande, el que está en medio, y con el que históricam­ente el resto se ha comparado. “Pero algo ha pasado en los últimos años; no solo la pandemia”, afirma, y considera que forma parte de una tendencia global. “Creo que hay que verlo como parte de un movimiento de retorno al Estado-nación como solución a todos los problemas. Es una lástima que ni siquiera los países nórdicos hayan podido evitarlo”, concluye.

En una empresa de Oslo los trabajador­es suecos deben llevar un chaleco naranja y comer separados del resto

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TT / EFE Un restaurant­e de comida rápida en Estocolmo, el pasado jueves

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